En su serie pictórica más reciente se nota la presencia de marcas, muescas, huellas, senderos, que delimitan y nos guían a través de la abstracción del artista catalán. Profundiza en la expresividad de los signos contenidos en la propia esencia de la materia de la tierra.
No busca describir nada, sino profundizar en la propia marasmidad de la esencia de la piedra y los materiales que conforman la dinámica compositiva.
Se introduce en la dialéctica de la huella, porque es quien delimita, expresa con determinación, insinúa, fluctúa, casi al borde de la iconicidad. Pero, en realidad, se trata de un discurso claramente abstracto, que se nutre de determinación, fuerza ambivalente, para, describir con sentido común, la voluntad de ser notario de su tiempo, pretendiendo ir hacia la propia visceralidad contenida en la materia.
Color, materia, piedra, paisaje, elemento de surca el paisaje, huellas de una actividad, de un acentuado y expresivo canto a la propia austeridad que conforma los signos que marcan con el paso del tiempo el elemento de soporte del mismo.
Indaga en la formulación de la presencia, en la dialéctica del confort imaginado, en el sentido de ser coherente con la consistencia de la presencia sin dejarse llevar por la descripción.
Su abstracción posee referencias, pero no culto al detalle porque este no existe en un mundo de esencias, en el que lo descriptivo no se encuentra, sino que existe la energía que transforma la materia.
Korominas, es un abstracto que conjuga signos y expresiones tanto en escultura como en pintura, sin abandonar sus incursiones en cine y teatro.
Radicado en Barcelona, su obra escultórica está basada en materiales naturales, es expresionista, incorpora el color, tiene en cuenta el signo y es partidaria de la transformación y el desarrollo de la iconicidad. Sus obras son tótems modernos.
Joan Lluís Montané