ARI DIPUTADA NACIONAL
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en julio 8, 2006
Susana García |
7 de julio Día nacional de la Conservación de Suelos
La Ley 22.428 de Conservación y Recuperación Productiva de los Suelos fue una respuesta a la preocupación existente en la época por el creciente deterioro y degradación de los suelos. Tenía por objetivo promover su conservación y mantener su capacidad productiva. Cuando fue promulgada, en 1981, el área sembrada con cereales y oleaginosas alcanzaba a 21,5 millones de hectáreas y la producción de granos a 34 millones de toneladas (ciclo 1981/2). En la campaña agrícola 2004/5, la superficie sembrada alcanzó a 29,4 millones de hectáreas y la producción superó las 84 millones de toneladas para los principales granos, lo que revela un importante aumento de la producción y de la productividad en relación a principios de la década del ´80 y, al mismo tiempo, un formidable aumento de la presión a los que son sometidos los recursos naturales que intervienen en la producción agropecuaria.
Motivado por la reducción del gasto público, esta Ley fue desfinanciada a principios de los ´90. Desde entonces no se le asignó presupuesto ni fue actualizada a la nueva realidad productiva, con lo cual su objetivo, que era prevenir y controlar la degradación de las tierras a través de los crecientes procesos de erosión, salinización, alcalinización y desertificación, no pudo ser cumplido.
Para mediados del presente siglo, se estima que la población mundial crecerá alrededor del 50%, momento en el que se estabilizará en torno a los 9.000 millones de habitantes. Hasta entonces, la demanda de alimentos será motorizada por el crecimiento vegetativo de la población mundial, el aumento del PNB por habitante, que se estima –según distintos escenarios- entre el 1,9% y el 4,4% anual (Naciones Unidas, “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio 2000-2005”, Resumen para los encargados de adopción de decisiones), y la incorporación de nuevos hábitos de consumo que acrecientan la participación de las proteínas de origen vegetal y animal en la alimentación humana.
Ante la creciente demanda mundial de alimentos, distintos actores del sector agrícola local se plantean seguir elevando la producción y la productividad, incorporando nuevas tierras para el cultivo de granos, extendiendo la frontera agrícola en zonas de menor aptitud, todo lo cual someterá a una fuerte presión a nuestros principales recursos naturales, el suelo y el agua.
Este panorama nos marca como imprescindible tener definiciones estratégicas para promover su conservación y mantener su capacidad productiva
Susana García |
7 de julio Día nacional de la Conservación de Suelos
La Ley 22.428 de Conservación y Recuperación Productiva de los Suelos fue una respuesta a la preocupación existente en la época por el creciente deterioro y degradación de los suelos. Tenía por objetivo promover su conservación y mantener su capacidad productiva. Cuando fue promulgada, en 1981, el área sembrada con cereales y oleaginosas alcanzaba a 21,5 millones de hectáreas y la producción de granos a 34 millones de toneladas (ciclo 1981/2). En la campaña agrícola 2004/5, la superficie sembrada alcanzó a 29,4 millones de hectáreas y la producción superó las 84 millones de toneladas para los principales granos, lo que revela un importante aumento de la producción y de la productividad en relación a principios de la década del ´80 y, al mismo tiempo, un formidable aumento de la presión a los que son sometidos los recursos naturales que intervienen en la producción agropecuaria.
Motivado por la reducción del gasto público, esta Ley fue desfinanciada a principios de los ´90. Desde entonces no se le asignó presupuesto ni fue actualizada a la nueva realidad productiva, con lo cual su objetivo, que era prevenir y controlar la degradación de las tierras a través de los crecientes procesos de erosión, salinización, alcalinización y desertificación, no pudo ser cumplido.
Para mediados del presente siglo, se estima que la población mundial crecerá alrededor del 50%, momento en el que se estabilizará en torno a los 9.000 millones de habitantes. Hasta entonces, la demanda de alimentos será motorizada por el crecimiento vegetativo de la población mundial, el aumento del PNB por habitante, que se estima –según distintos escenarios- entre el 1,9% y el 4,4% anual (Naciones Unidas, “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio 2000-2005”, Resumen para los encargados de adopción de decisiones), y la incorporación de nuevos hábitos de consumo que acrecientan la participación de las proteínas de origen vegetal y animal en la alimentación humana.
Ante la creciente demanda mundial de alimentos, distintos actores del sector agrícola local se plantean seguir elevando la producción y la productividad, incorporando nuevas tierras para el cultivo de granos, extendiendo la frontera agrícola en zonas de menor aptitud, todo lo cual someterá a una fuerte presión a nuestros principales recursos naturales, el suelo y el agua.
Este panorama nos marca como imprescindible tener definiciones estratégicas para promover su conservación y mantener su capacidad productiva
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