Foro para imitar
La explotación minera en la mira
Por iniciativa de la diputada Marta Maffei, acompañada por las legisladoras Susana García y Fabiana Ríos, la explotación minera en el país, en general, y de Bajo La Alumbrera de Catamarca, en especial, fue motivo de un reciente foro en el auditorio de la Cámara de Diputados de la Nación, luego que se proyectara el documental «Asecho a la ilusión».
Todos los destacados expositores coincidieron en el impacto negativo que representa, tanto en lo ambiental como en lo económico. Además, del daño a nuestra Soberanía.
Expositores como el biólogo cordobés Raúl Montenegro (presidente de la FUNAM y Premio Nobel Alternativo 2004), Gabriela Factor (ingeniera química y master en Ingeniería Ambiental de la Universidad Tecnológica de Dinamarca), el ambientalista Javier Rodríguez Pardo (del Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH) y especialista en Sistemas Ecológicos Patagónicos), Héctor Nieva (ingeniero en Minas con una maestría en Francia) y el vecino «autoconvocado» de Andalgalá, Urbano Cardoso, pintaron un panorama nada halagüeno de la actividad minera en nuestro país durante el desarrollo del foro «Explotación Minera en Argentina».
«Saqueo de los recursos naturales»
Este espacio surgió por iniciativa de la diputada Maffei del partido Afirmación para una República Igualitaria (ARI), legisladora que presentó un proyecto de ley que deroga las leyes 24.196, 24.2227, 24.228, 24.402, 25.162 y 25.429 y los decretos 417 de 2003 y 753 de 2004, toda una legislación considerada «leyes que conforman un paquete jurídico que favorece el saqueo de los recursos minerales que encierra el subsuelo argentino».
Para lograrlo «se generó artificiosamente una expectativa de bonanza, empleo y desarrollo que al día de hoy no se ha cumplido».
Maffei estuvo acompañada en la organización del foro por las legisladoras Susana García y Fabiana Ríos y contrariamente a los que se predica como beneficioso en la actividad minera, se denunció, además del «saqueo de los recursos minerales» que posee el país, «el despilfarro de agua y energía, la destrucción de los paisajes y la contaminación ambiental».
«Fuerza e impunidad»
Entrando en las exposiciones el biólogo Montenegro planteó como principales impactos negativos «las alteraciones geomorfológicas, la destrucción de la biota nativa, las alteraciones de las cuencas hídricas y la contaminación de los suelos», denunciando que cuanto más distantes estén estas explotación de las comunidades «mayores son los cambios y menor es la cantidad de gente que puede vigilarlos y controlarlos». A esta lógica situación se agrega la permisividad de las leyes que regulan la actividad económica, lo permite en este rubro que «la empresa A compre la B y luego todo se transforma en C para pasar a conformar D», logrando «mucha más fuerza e impunidad porque es prácticamente imposible rastrear su historia societaria».
Este biólogo de la prestigiosa fundación cordobesa de defensa del medio ambiente FUNAM denunció que para que «se desarrolle un centímetro y medio de suelo en la zona alto andina hacen falta 700.000 años, o sea que por un lingote de oro se destruyen 7, 8, 10 mil años de evolución lenta».
Además, que la contaminación de suelos causa un doble impacto: «el directo, que produce la actividad, que es el que generalmente tienen en cuenta las evaluaciones de impacto ambiental, y, el segundo, que se genera por un lavado muy difícil de determinar ya que son todos esos nuevos cócteles que se hacen en base a sustancias que antes estaban inmovilizadas dentro de las matrices geológicas y que se han mezclado cuando se dio vuelta la montaña».
«Entrega y complicidades»
«Cuando se van destruyendo las cuencas hídricas, los lugares donde se fabrica el agua, donde se fabrican ecosistemas adaptados a alta altura, a altas presiones, estamos destruyendo gente en el futuro. Entonces, -completó Montenegro- debemos darnos cuenta que cada mina no sólo representa un experimento geomorfológico, hidrológico, eráfico y químico, sino que también es un experimento social, para que unos pocos yanquis, unas pocas empresas, para que unos pocos canadienses se enriquezcan mientras funcionarios de tercera inauguran obras».
Al respecto el biólogo planteó que la explotación minera en nuestro país «fue el resultado no de una invasión sino una entrega. Mientras existan los Gioja, mientras existan los cómplices de las malas decisiones, existan los profesionales que firman estudios de impacto ambiental que no lo son (como ocurrió en La Rioja con la pretendida explotación de Laguna Brava) y mientras la sociedad no reaccione» el desafío en Argentina es transformar las manifestaciones «de los pequeños grupos en un problema social».
«Minería para qué»
En tanto para la ingeniera química y magister en Ingeniería Ambiental Gabriela Factor «la primera pregunta que debemos hacer es minería para qué, cómo y para quién», tomando como referencia el hecho de repercusión nacional ocurrido en la montaña catamarqueña cuando un poblador caminó toda la noche por el monte para llevar su hija al médico: «esto pasa en la misma provincia donde, desde La Alumbrera, se producen 20 toneladas anuales de oro de las 26 que produce la Argentina en su totalidad».
Igualmente señaló que para que se haga una Minería responsable en nuestro país se deberá cumplir con algunos requisitos como «decidir si es un uso apropiado del terreno», preservándose «áreas ecológica y culturamente significativas», asegurando «una mina ambientalmente responsable»; tomar ciertas previsiones «para capitalizar los benéficos y evitar los resultados negativos en cada etapa de desarrollo de la mina»; que éste «sea favorable a los trabajadores y las comunidades», con un «consentimiento libre, previo e informado» de las comunidades afectadas y «determinar requerimientos corporativos o de gobierno para la gestión responsable», asegurando «la transparencia en el pago de los beneficios impuesto entre los gobiernos y las compañías «y la emisión de informes de avances hacia una implementación de prácticas responsables».
«Tenemos que educarnos, informarnos y consultar con varias fuentes y profesionales de todas las áreas», advirtió la profesional.
«Lo más terrible»
Por otra parte y según el vecino de Andalgalá, Urbano Cardoso «nacido en la montaña donde está en estudio la explotación de Agua Rica, Filo Colorado» él está viviendo «lo más terrible que me pudo pasar a los 70 años», entre ellos «las explosiones diarias que hacen volar 340.000 toneladas de roca. Esto genera una enorme nube de polvo que contiene distintas micro partículas mineralizadas mezcladas con los componente químicos de los explosivos, y es, precisamente, lo que los catamarqueños respiramos en el lugar donde vivimos hace cientos de años».
Al respecto, denunció que se generó en su medio «un aumento del 700 por ciento en las enfermedades respiratorias y numerosos casos de enfermedades terminales como el cáncer» que preocupan por su cantidad. Amén que la misma empresa de La Alumbrera «en la página 15 del informe de impacto ambiental, advierte que la nube de polvo superará los estándares conocidos por los EE. UU