
Pepe Eliaschev: “a mi no me la contaron”
El periodista estuvo en Posadas para dictar un seminario sobre radio organizado por Fopea y visitó La Voz Capital. En Septiembre verá la luz su último libro “Lista negra. La vuelta de los 70”.
No soy optimista en casi nada respecto a nuestra calidad institucional”, subrayó el periodista Pepe Eliaschev al tiempo que admitió la pérdida de credibilidad de la prensa ante la sociedad. “A mí me ponía sumamente inquieto y sumamente incómodo esta percepción de que el periodista es una especie de legislador, de juez, de comandante, de jefe de bomberos”, dijo.
Con 42 años de trayectoria en radio, televisión y gráfica, el reconocido periodista Pepe Eliaschev llegó hasta Posadas el jueves pasado a dictar un seminario sobre «Producción periodística y conducción de programas en la radio que se hace hoy en la Argentina: Contenidos, sistemas, perfiles y métodos en el medio más importante y el más subestimado», destinado a periodistas y estudiantes de periodismo de Misiones, organizado por el Foro de Periodismo Argentino (Fopea), y que se realizó en el anexo de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones.

Ganador de un Martín Fierro por su programa radial Esto que Pasa, levantado de Radio Nacional en diciembre de 2005, después de 20 años ininterrumpìdos en el aire, Eliaschev estuvo en el programa Escuchame un Poquito, de la radio La Voz Capital, de Posadas, y habló del periodismo argentino, del actual Gobierno frente a la prensa y del lanzamiento de su próximo libro “Lista Negra. La vuelta de los setenta”, que saldrá a la venta el septiembre.
-¿Cómo está la profesión en nuestro país?
– La profesión en nuestro país no está demasiado diferente a como está el país. No existen compartimentos estancos en donde hay cosas que funcionan bien en un escenario que funciona mal y viceversa. Ha habido una recuperación importante, hablo de términos macro, conforme se fue recuperando la economía argentina, hay una recuperación de la pauta publicitaria, hay un cierto fortalecimiento de las empresas periodísticas que estaban, todas ellas, como el resto de la economía argentina, sumamente vulnerables y frágiles en el 2002.
Tenemos en la Argentina un periodismo que se sostiene sobre parte de sus propios pies, digo partes porque a veces aparecen otros sostenes, sobre todo los oficiales.
Mi preocupación estriba más que en este tipo de cuestiones, o sea, en la subsistencia material del periodismo argentino. Estriba en las preocupaciones de contenidos, en los manejos de contenidos. A mí, en general, el periodismo argentino me frustra más de lo que me da plenitud. Soy una persona que no se siente saciada ni con los diarios ni con la revistas, mucho menos la radio y la televisión que se hace en nuestro país.
– Hubo un momento del periodismo de nuestro país que aparecía como el sector social más creíble, sin embargo esa credibilidad parece que se fue perdiendo en los últimos años. ¿Eso tiene que ver con la pérdida de contenido, la pérdida de compromiso del periodista con la realidad que tiene que observar y contar? ¿El periodismo se transformo más en un show que en la búsqueda de esa verdad?
– Yo creo que la perdida de credibilidad de las instituciones no podía dejar de lado al periodismo. Aunque confieso que a veces me sorprende que siga el periodismo gozando de tanta credibilidad, si se los compara con los partido políticos o con los sindicatos o con otras estructuras.
En verdad, pareciera ser que de a poco se va sintiendo esa mengua de credibilidad, pero yo no estoy en condición para de decir que esto sea el producto de una desilusión de la gente.
Ha pasado la época de la exasperación más grave del 2002, 2003 y un poco del 2004 y el país, de alguna u otra manera, ha ido recuperando la normalidad, una cierta previsibilidad y lenta, pero inexorablemente, la sociedad argentina va ir requiriendo de los medios, y ojala que así fuera un poco más de lo que pide ahora
Por ahora y durante largos años el periodismo ha sido una especie de paño de lágrimas, ha sido una especie de sucedáneo o de reemplazante o de muleto de un país que no funcionaba, un país donde no solo las instituciones no respondían si no la gente no creía en ellas. Y en ese sentido no soy demagógico y no creo que la decadencia de las instituciones sea pura culpa de las instituciones. Hay algo que no se bien cómo denominar que forma parte del disco rígido de nuestra sociedad como pueblo, que hace que seamos suspicaces, recelosos, desconfiados, poco participativos, y que le achaquemos todas las culpas a las instituciones porque son las que reclaman.
Sin embargo, el periodismo no te reclama nada. La gente para llamar a una radio no necesita más que levantar el teléfono y decir “habla María…”, y a otra cosa mariposa. En cambio las instituciones requieren participación, requieren no solo votar sino participar y el pueblo en nuestro país no está muy en vela participativa.
En definitiva, me parece que el periodismo ha decaído un poquito. Y es una muy buena noticia que haya decaído la credibilidad. A mí me ponía sumamente inquieto y sumamente incomodo esta percepción de que el periodista es una especie de legislador, de juez, de comandante, de jefe de bomberos.
-En diciembre del año pasado levantaron tu programa Esto que Pasa de Radio Nacional…
– La historia, con todo lujo de detalles, se va a poder leer en el libro mío que sale en los próximos días “Lista negra. La vuelta de los 70”, donde no solamente hablo de esto, pero en donde el episodio de Radio Nacional me sirve en todo su despliegue como punto de partida para hace una reflexión y un recuento muy periodístico de la Argentina de los últimos cuarenta años.
Pero bueno, la historia me ratificó que no fui yo el único, a Víctor Hugo Morales lo alejaron de canal 7 con la misma técnica, no se pudo despedir de sus oyentes. Esto lo que pinta la carta cabal del estilo de conducción del gobierno.
-Decís que “Lista Negra” refiere a los últimos 40 años de la Argentina…
-A propósito de lo que me sucedió, que me sirve como peldaño inicial, reflexiono sobre la generación que está hoy en el poder. Yo soy de la generación de (Néstor) Kirchner, puedo tener dos o tres años más que él pero soy de la misma generación de él y de los que hoy gobiernan el país. Quiere decir que se de dónde vienen, estuvimos en lugares parecidos, cuento con militancia política, cuento con muchos avatares como militante político, fui redactor de la revista El Descamisado de los años 70 y estuve exiliado diez años. A mí no me la contaron. El presidente Kirchner estuvo sumergido en la Patagonia durante los años de la dictadura y no se recuerda siendo el abogado tanto como su mujer, ningún habeas corpus a favor de ningún desaparecido.
Yo pertenezco a una generación que peleó, que se equivocó. Afortunadamente no tengo nada de que arrepentirme porque repudié siempre la violencia personal, estuve en contra de la violencia armada a partir del retorno de la democracia el 25 de mayo de 1973 con el gobierno del presidente (Héctor) Cámpora, así que no cometí ningún error irreversible como haber tomado las armas, pero pertenecí a los sueños de esa generación y conozco sus debilidades. El libro reflexiona mucho sobre eso, da una serie de datos realmente impresionantes de que paso en los ’60, ’70 y en los’80 con la militancia política en la argentina y de donde procede el presidente Kirchner y por qué dan ahora esa sensación de resurrección de los ’70. Que es simplemente eso, maquillaje, una resurrección puramente mediática.
-¿Porqué el Presidente está tan enojado con la prensa argentina?
– Yo creo que está enojado con aquellas instituciones con la que deba, de alguna, manera compartir la toma de decisiones. Estamos frente a un hombre que practica la suma del poder, la suma del poder va en contra explícita de los equilibrios y de la garantía que consagra la Constitución.
No sólo no concedió ni una sola conferencia de prensa desde que es presidente y tampoco cuando era candidato hablaba con el periodismo, sino que jamás convocó a un partido político a la Casa Rosada. El presidente no cree en el diálogo como forma de buscar convergencias. El presidente cree que hay una verdad que es la de él y los que quieran acercase a ella bienvenidos.
Está la “concertación plural” con la que han engatusado a algunos pobres radicales, pero nada más que eso. Estamos frente a un hombre absolutamente vertical que no consulta si no consigo mismo, que no gobierna en relación si no es consigo mismo. Así, su molestia con el periodismo es la molestia que tiene con todo lo que es institucional.
¿Por qué no dar conferencia de prensa? por falta de coraje personal no lo creo y no me consta, yo sí creo que tiene falta de coraje civil, porque para una conferencia de prensa hay que estar a la altura de cuarenta, cincuenta, sesenta periodistas, responder preguntas y repreguntas para salir airoso de ahí, y eso el presidente no se anima a hacer.
-¿Cómo ves el futuro a corto o mediano plazo con esa mirada que tenés de los que hoy están administrando la República y con una sociedad que, sin embargo, le otorga un 60 a 70 por ciento de apoyo?
-En el corto plazo no soy optimista. No soy optimista en casi nada respecto a nuestra calidad institucional. Creo que sí la Argentina va a seguir viviendo en lo que resta del año y gran parte del 2007 con gran vigor económico, esto es indiscutible.
También es cierto que este es un modelo que Kirchner recibió y había sido armado su lineamiento central por el presidente (Eduardo) Duhalde y el ministro (Roberto) Lavagna, me refiero básicamente a la devaluación, al default y a cómo se salió del default. La argentina está particularmente bendecida en estos tiempos por una situación muy favorable para nuestra materia prima, nada autoriza a pensar a que haya turbulencias a corto o mediano plazo.
Pero bueno, no hay felicidad que dure toda la vida, y en el momento en que a la Argentina le toque vivir esas turbulencias, que inexorablemente se producen, caeremos en la cuenta, muchos ya hemos caídos hace tiempo, pero los otros caerán en la cuenta de que el país no aprovechó todos estos años favorecidos para fortalecer sus instituciones, para fortalecer la toma de decisiones que garantice mayor madurez, mayor solidez.
Esto es lo que preveo para en el corto plazo. El presiente será reelecto, pero a la hora de ser reelecto estará empezando a cumplir su último mandato, a menos que quiera hacer, como se quiere hacer acá, una presidencia permanente.
-¿Qué pasa con la oposición que no logra articularse como alternativa válida?
-La Argentina todavía no salio del impacto fenomenal del colapso del 2001. Ese impacto se llevo puestas muchas cosas, los ahorros de la gente y otras cosas más complejas que los ahorros de la gente.
La oposición, en verdad, ha quedado sumida en el desconcierto y en una cierta anomia, aun cuando debo recordar, que el gobierno no ganó las elecciones del año pasado el la Capital Federal, por ejemplo, y no ganó las elecciones en algunas provincias muy importantes. No estuvimos en presencia, en octubre de 2005, de una mayoría abrumadora y devastadora, la mayoría era de ahí apenas el 40 por ciento, lo cual es mucho pero tampoco tanto. Pero la oposición no ha sabido, o no ha podido todavía, organizar de manera inteligente un discurso que vaya más allá de las vanidades personales, algunas personalidades como la doctora (Elisa) Carrió, o del posicionamiento más ideológico de personas como el doctor Ricardo López Murphi, Mauricio Macri y de la propia crisis que siguen viviendo los radicales.
Pero también reconozcamos que el gobierno ha sido pasivo ante la oposición, ha hecho todo lo humanamente posible para desorganizarla, destructurarla, descalificarla y desconocerla. Acá algunos dicen “no es culpa nuestra que la oposición este como este”, pero sí que hay una parte importante, es un gobierno que ha salido salir a casar opositores, casar con z y con s. Ha salido a buscar opositores y hay toda una hilera de patéticos radicales que creen que se salvan de esta manera.
No pretendo quitarle responsabilidad a la oposición, que las tiene, pero nunca se ha visto a un gobierno que haya salido a pulverizar a la oposición como este.
-En 23 años de democracia esta experiencia, en mayor y menor medida, también se repiten en las presidenciales o de gobiernos provinciales anteriores…
-En realidad sería un error imaginar que acá el malo de la película es Kirchner. Yo no tengo ese pensamiento, tengo una mirada dura para con muchas de las cosas que ha hecho el gobierno muy negativas para el país, pero no dejo de reconocer las responsabilidades de la sociedad argentina.
Esta es una sociedad donde ni bien se produce algún veranito económico rápidamente se olvida de todo lo demás. Ya nos pasó. Yo tengo años para recordar, en el exilio no estaba en la Argentina pero cuando acá la tablita aseguró un tipo de cambio totalmente artificial, en los ’70, gran parte de la clase media no preguntó nada más y salió a consumir, y después en los ’90, con la convertibilidad y con el artificial uno por uno, a nadie le importaba la calidad institucional, la reelección de Menem y toda una serie de historias y así vimos lo que pasó con el país. Quiere decir que hay una componente en el pueblo argentino, que hace que la satisfacción de ciertas necesidades económicas les haga olvidar lo decisivo que es para la vida de un país las instituciones.
-Desde el gran centro que es Buenos Aires cuando se mira hacia Misiones ¿qué temas interesan o cuáles crees que son los temas por los cuales se mira hacia Misiones?
– Sin duda la coyuntura política. La eminencia de una reforma de la Constitución provincial que puede asegurar una reelección permanente, que eso sería más allá de Misiones, porque los medios nacionales, debo ser muy sincero, no es que miran el distrito, sino su impacto en la escala nacional. Un traspie sería que la sociedad misionera dijera no a una reelección permanente. Podrá ser un gran gobernador (Carlos) Rovira, yo ni siquiera estoy en condiciones para juzgarlo, pero el problema no es que cada gran gobernación tiene que ser galardonada con la suma del poder público. La Argentina ya vivió (Juan Manuel de) Rosas en el siglo XIX, con 35 años en el poder, y a Carlos Saúl Menem con diez años en el poder, entonces esto es lo que hoy importa desde Misiones a escala de los medios nacionales. También la aparición en la escena política de un hombre de la iglesia como monseñor (Joaquín) Piña.
