Queja de Obispos por Rodolfo Walsh*
Santiago de Estrada, quien por convicción y tradición de su sangre, milita en el catolicismo como un obispo laico, se vera en una encrucijada.
Uno de sus pastores, el arzobispo de La Plata, Hector Aguer, esta inquieto por una solicitud que elevara al Poder Ejecutivo la Legislatura porteña, que el preside. Se trata del pedido de cambiar de nombre a la sala de la Biblioteca Nacional. Sustituir el de su directorio Hugo Wast por el de Rodolfo Walsh.
Wast, seudónimo de Gustavo Martinez Subiría, ocupó el cargo por designación del golpe de 1943, que tuvo entre sus autores al coronel Juan Perón, vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo de ese régimen. En los considerandos del proyecto que circula en la Legislatura se caracteriza a ese laico y escritor como un ejemplar del nazismo criollo de aquellos años.
Reemplazante
En su reemplazo se entronizaría a Walsh, también escritor y jefe de inteligencia de la organización armada Montoneros. Hay quienes creen el homenaje a este autor podria ser provisorio hasta que llegue la ocasión de poner el nombre de su discípulo Horacio Verbitsky a ese salón.
Lo cierto es que Aguer y otros sacerdotes le han hecho saber a Estrada el malestar por la iniciativa, para ellos casi un sacrilegio. Y esperan que el legislador, ex embajador ante el Vaticano, de testimonio. Por usar una expresión común en el catolicismo.
*Diario Ambito Financiero
COMUNICADO DE PRENSA
EL LEGISLADOR PORTEÑO FACUNDO DI FILIPPO (ARI) PROPUSO QUE LA SALA GUSTAVO MARTÍNEZ ZUBIRÍA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL SEA REBAUTIZADA COMO RODOLFO JORGE WALS
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Garantías y Antidiscriminación de la Legislatura porteña, Facundo Di Filippo, propuso que el presidente Néstor Kirchner imponga el nombre de Rodolfo Jorge Walsh (1925-1977) a la sala de la Biblioteca Nacional denominada Gustavo Martínez Zubiría (1883-1962)
En un proyecto de declaración presentado hoy, el legislador del ARI sostiene que el cambio de nombre de esa sala de la Biblioteca Nacional no sólo significará «una reparación histórica» y un «merecido reconocimiento» al autor de «Operación Masacre», sino también «un homenaje a todos los escritores argentinos que fueron perseguidos, torturados, secuestrados, asesinados o desaparecidos por regímenes totalitarios».
Di Filippo recuerda en los fundamentos de su iniciativa que Martínez Zubiría fue un político, funcionario y novelista «admirador del nazismo y propagandista de esa ideología de terror y muerte» que «se destacó por su antisemitismo», mientras Walsh fue «un destacado periodista, escritor y militante que pagó con su vida la autoría del informe más lapidario sobre la última dictadura militar cuando se cumplía el primer año de instaurado el terrorismo de Estado».
Subraya que de la labor literaria de Martínez Zubiría, quien firmaba con el seudónimo Hugo Wats, sólo tuvo trascendencia la novela «Flor de durazno» (1911) porque en su versión cinematográfica (1917) figuraba «entre sus principales intérpretes un entonces joven cantor regordete llamado Carlos Gardel». En cambio -agrega- la obra de Walsh «ha traspasado los umbrales del tiempo y hoy es tomada como modelo de excelencia narrativa y de investigación periodística en todas las carreras de Ciencias de la Comunicación de las universidades de la Argentina y en varias de Latinoamérica».
Incluso recuerda que Martínez Zubiría, como ministro de Educación del gobierno de facto del general Pedro Ramírez, «se dedicó a perseguir y cesantear docentes, además de crear una comisión para ‘salvaguardar la pureza del idioma’ que, entre sus primeras medidas y por órdenes suyas, prohibió numerosos tangos y obligó a cambiar la letra de muchos otros».
Luego advierte que «la frase ‘Nunca Más’, que sirvió de título al informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, no sólo resume el enérgico repudio de la ciudadanía a la dictadura militar que imperó a sangre y fuego en nuestro país entre 1976 y 1983, sino que, fundamentalmente, significa el compromiso de mantener viva la memoria en aras de la verdad y la justicia para que ningún crimen de lesa humanidad quede impune».
«Pero la memoria -añade Di Filippo- no puede quedar circunscrita a aquel período de terror y muerte que enlutó a los argentinos, ya que es indispensable para la consolidación y profundización de nuestro sistema democrático desterrar todo vestigio de expresiones o actos que hayan implicado, o bien alentado, acciones de represión ilegal, discriminatorias, xenófobas y/o racistas».
Al respecto, menciona que el presidente Kirchner propició y encabezó «diversas acciones de reparación histórica», como la del 24 de marzo de 2004 «cuando, en un nuevo aniversario del golpe de Estado que instauró la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia, hizo retirar del Colegio Militar de la Nación el retrato del genocida Jorge Rafael Videla».
Recuerda que en esa línea de acción el Gobierno Nacional ordenó sacar de la sede de la Cancillería, el 16 de mayo de 2005, una placa donde figuraba, entre doce diplomáticos, el nombre de Luis H. Irigoyen, quien en 1943, durante su misión en Berlín, se desentendió de la suerte de un centenar de judíos argentinos que el régimen nazi había ofrecido repatriar como gesto de buena voluntad hacia nuestro país. También que el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto derogó, el año pasado, la circular secreta Nº 11, que había sido firmada en 1938 por el entonces canciller José María Cantilo y por la cual se ordenaba a todas las representaciones diplomáticas argentinas impedir que judíos y otros perseguidos por el nazismo pudieran ingresar a nuestro territorio.
«Esa línea política de mantener viva la memoria y de desterrar vestigios de actos que violentan la conciencia universal se reflejó nuevamente el 24 de marzo pasado cuando el presidente Kirchner, flanqueado por su gabinete de ministros y acompañado por una delegación de las Madres de Plaza de Mayo, descubrió una placa en el Colegio Militar de la Nación en memoria de los soldados conscriptos detenidos-desaparecidos de esa institución castrense», añade el diputado Di Filippo.
Pero a continuación destaca que la imposición del nombre de Martínez Zubiría a una de las salas de la Biblioteca Nacional fue decisión del entonces presidente Carlos Menem «pese a que muchas organizaciones representativas, dirigentes políticos, legisladores y entidades de derechos humanos la repudiaron porque, de esa manera, se rendía homenaje a quien se destacó por su filiación pro nazi y su antisemitismo».
Pero, más allá de las consideraciones sobre el desempeño de Martínez Zubiría como funcionario público y como literato, lo concreto es que en sus escritos -subraya el legislador del ARI- justificó los pogroms con frases como “y ésta es la razón de que en todos los pueblos el grito de ´Muera el judío´ haya sido siempre sinónimo de ¡Viva la Patria!” o bien “el judío es un poderoso factor antinacional”, “sumergido (el judío) en un ambiente cristiano resulta insocial, inasimilable y revolucionario”, “el sufragio universal es una herramienta judía”, entre otras de similar tenor.
Sobre Walsh, el diputado recuerda que en el prologo de la primera edición de “Operación Masacre” señalaba: “Investigué y relaté estos hechos tremendos para darlos a conocer en la forma más amplia, para que inspiren espanto, para que no puedan jamás volver a repetirse”. Su deseo no se cumplió y en su último texto, “Carta abierta de un escritor a la junta militar”, reconocía que no tenía “esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles”. Es que, en aquellos días de terror y muerte, supo blandir las mejores armas que sabía usar, su vieja máquina de escribir y un mimeógrafo, para redactar y distribuir los partes de ANCLA, la agencia de noticias clandestina que había fundado en junio de 1976 y desde la cual denunció las acciones criminales del autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional.
«No se trata de abundar en las profundas diferencias literarias y políticas entre Walsh y Martínez Zubiría, sino de una reparación histórica por parte del Poder Ejecutivo Nacional para mantener viva la memoria y para que ‘Nunca Más’, como bien se destaca en el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el menosprecio de la dignidad humana origine actos de barbarie ultrajantes para la conciencia universal», advierte en el tramo final de los fundamentos el diputado del ARI.
El proyecto de Di Filippo es acompañado con las firmas de los diputados Alejandro Rabinovich, Pablo Failde (ARI) y Sergio Moliona (Bloque del Sur