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Almodóvar: con espíritu femenino

Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en agosto 6, 2006

Pedro Almodóvar detrás de dos de sus «chicas»: Carmen Maura y Penélope Cruz

Mujeres vivas y el fantasma de una madre muerta se agitan en «Volver», la película N° 16 del realizador español, que llegará a los cines el jueves

Pedro Almodóvar llega puntual a la entrevista con LA NACION, aunque con la adrenalina típica de un festival de las dimensiones, las exigencias y las presiones como el de Cannes. Es un día soleado y caluroso de primavera en la Costa Azul francesa y los amplios jardines del hotel Résideal, ubicado a un par de cuadras del bullicio y de la excitación del boulevard de la Croisette, invitan a una charla más relajada.

El director manchego de 56 años pide una gaseosa light y se predispone, con la simpatía de siempre y con el profesionalismo que ha ganado en tres décadas de carrera, para hablar de «Volver», su decimosexto largometraje que pocos días después le reportaría el premio al mejor director y el de mejor actriz (compartido) para todo el elenco femenino de este film que tiene como gran heroína a Raimunda (Penélope Cruz), la joven madre de una hija adolescente (Yohana Cobo) que debe lidiar con la muerte de su abusivo marido. Con la ayuda de su hermana (Lola Dueñas), de una amiga de la familia (Blanca Portillo) y de varias vecinas, la protagonista intenta rehacer su vida y reabrir un restaurante. El fantasma de su madre (Carmen Maura) también se hace presente como para sanar heridas y saldar cuentas pendientes.

-¿A qué vuelve con «Volver»?

-Es una vuelta a muchas cosas: a la comedia, aunque aquí trabajo muchos otros géneros; al mundo femenino, luego de la traumática experiencia de «La mala educación»; a La Mancha y a mis historias de familia; a actrices como Penélope, Carmen, Lola y Chus; a la maternidad como conflicto central y como fuerza motora; a historias más sencillas, más transparentes y, en definitiva, más luminosas. Y creo que el título del tango de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, así como parte de la letra, sintonizaban muy bien con el espíritu del film.

-¿No quedó conforme con su incursión en el universo masculino de «La mala educación»?

-Uno quiere a todas las películas y aprende de todos los rodajes, pero nunca tuve la sensación de haber estado tan cerca del precipicio como durante esa película. Pero es cierto que me siento más cómodo y hasta más cercano al universo femenino. Será por eso que en «Volver» las mujeres matan a los hombres; en las anteriores, eran ellos quienes se mataban entre sí (se ríe). Pero toda generalización es injusta; no todos los hombres son abusivos, violadores, aunque esas cosas desgraciadamente ocurren.

-Hablaba de un regreso a La Mancha, a los recuerdos familiares…

Yo crecí en el seno de ese universo femenino, dentro de una pequeña comunidad endogámica. Tengo bellos recuerdos de esas mujeres fuertes, pero también de las horribles cosas que escuchaba decir a ellas sobre los hombres. Mientras los hombres trabajaban en el campo, las mujeres del pueblo representaban para mí la vida por su enorme capacidad de lucha. De hecho, aquellas experiencias que tuve de chico me han servido de inspiración para muchos de los personajes e historias que he escrito.

-¿Los fuertes vientos, la presencia constante de los molinos, la energía y la locura que muestra la película tienen que ver de alguna manera con La Mancha que describió Cervantes?

-Sí, hay una relación con la época cervantina. Siempre pensé que esos vientos solanos vuelven un poco loca a la gente. Pero también pensé que esos grandes molinos modernos son muy bellos, más allá de que la energía eólica también es muy limpia. Los campos llenos de molinos me gustaban mucho visualmente y decidí integrarlos en el guión.

-¿Tenía miedo de que los elementos fantásticos del relato resultaran artificiales y forzados?

-Ese era el gran reto del film porque además decidí trabajarlos sin mostrar ningún artificio, que se viesen como algo natural. Mis hermanas han tenido visiones de aparecidos. Yo les creo; en verdad, han visto algo. La mente puede representar algo que no necesariamente es corpóreo. Lo respeto, aunque yo no creo en ello. Yo nunca vi a mi madre aparecer con algún grado de especificidad, pero está presente constantemente en mi vida. El aspecto fantasmagórico debía ser lo suficientemente fuerte y emotivo como para que el espectador lo creyera y lo aceptara.

-¿Alguna vez se sintió tentado de documentar su propia historia familiar?

-No, es mi hermano el que suele filmar a la familia. Yo hice muchas fotos. Prefiero las imágenes fijas que los videos en ese contexto. Cuando vuelvo a Madrid me digo que debería tener más imágenes para el recuerdo, pero nunca pensé en filmar mi propia vida.

-¿Cuándo se dio cuenta de que quería escribir y rodar películas?

-Mi primer contacto de niño con el cine fue a través del chocolate. Era una época muy pobre de España y en los chocolates venían imágenes de los actores de Hollywood. Esos cromos me pusieron en contacto con un mundo paralelo, ya que no había visto películas aún. No tenía información, pero ya quería pertenecer a ese círculo. Fue en la adolescencia cuando descubro mi vocación por hacer cine. Pero mi familia no era rica y vivía en un pueblo perdido: era como querer ser torero en Japón (risas). Tras la secundaria, a los 17 años, me decidí a estudiar cine, pero [Francisco] Franco cerró la escuela. Hice otros trabajos y, a los 20, reuní suficiente dinero como para comprar mi primera cámara súper 8. No sabía nada de lenguaje cinematográfico, eso lo aprendí después. Ya de adolescente escribía pequeñas historias. Puedo admitir que soy un novelista frustrado. Me di cuenta de que me era más sencillo contar historias en imágenes que escribir novelas.

-¿Cómo empieza el proceso para una nueva película?

Escribo todo el tiempo diferentes historias que están en distintos niveles de desarrollo. Tomo notas constantemente. Cuando tengo meses más libres, como, por ejemplo, agosto, me dedico a escribir de lleno. Por ejemplo, ahora ya tengo dos historias listas para filmar. La selección es siempre por intuición. En determinado momento me doy cuenta de que debe ser ésa y no la otra. Es como si la historia me eligiera a mí y no yo a ella.

-¿Cómo se produce esa elección intuitiva?

-La elección ocurre siempre en un terreno irracional, aunque debe estar basada en razones psicológicas importantes. Para mí siguen siendo un misterio incluso después de hacerlas. Yo me siento, en términos de narrador, como un médium: la historia deposita la primera idea en mi cabeza, se va desarrollando, me atraviesa, me indica que debe ser contada y finalmente me deja una huella. Es un proceso muy misterioso. Puedo hablar de los efectos que una película ha dejado en mí, pero sigo sin saber por qué la he hecho.

-¿Cómo se siente siendo una figura de alcance internacional tras haber empezado en el cine más underground?

-Lo he vivido como un proceso natural; no he tenido que hacer ninguna concesión en el camino. Soy la misma persona, no tuve que traicionarme y en ese sentido he tenido mucha suerte. Pasé de «Pepi, Luci y Bom», el más absoluto under, a ganar dos premios Oscar. Pero soy la excepción: el director homosexual under que se convierte en una figura popular internacionalmente. Ni en mis sueños más delirantes tuve la fantasía de alcanzar semejante repercusión. El hecho de ser gay no tiene tanto que ver, sino más bien el tipo de películas que hago. Lo inusual es ser famoso con este tipo de cine. Hay muchos directores gays que hacen cine mainstream y no tienen problema. Para una estrella de Hollywood, en cambio, sí es más complicado ser gay o lesbiana, porque los encasillan y les dan sólo personajes estereotipados.

-¿Le resulta más fácil hacer cine ahora que al principio? ¿La experiencia siempre otorga seguridad?

Técnicamente, el cine se aprende, aunque yo creo que no hay manera de enseñarlo. Pero sí es cierto que se mejora con la práctica. De todas formas, si bien he evolucionado, me sigue pareciendo un arte muy difícil. Cuando estoy escribiendo el guión nunca tengo la confianza de saber que voy a filmarlo bien. La inseguridad es parte de la aventura. Si hiciera películas de acción o de otros géneros, quizá tendría más confianza, pero como hago películas sobre emociones nunca estoy seguro de poder generar esos sentimientos en el público. Conseguir que alguien llore en su butaca sigue siendo un milagro. Lo único que yo sé es que la emoción debe ser real y sincera en el guión, que el actor va a dar todo lo necesario para transmitirla y que yo voy a dejar la vida dirigiendo. De lo único que sí estoy seguro es de mi pasión por el cine.

Por Diego Battle

GRACIAS DIEGO!!


La tentación de filmar en el exterior

  • Almodóvar recibe cada año decenas de propuestas para filmar en otros países, y él las rechaza una y otra vez: «Siempre me pregunto si debería hacer la experiencia aunque más no sea una vez porque me tienta, pero necesitaría proyectarme completamente en esa otra cultura o en esa otra lengua porque, si no, no sería capaz de hacerla. Perdería sutilezas y detalles esenciales, y eso me da mucho miedo. América latina sería sin duda el lugar más próximo a mi esencia».

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