ARI ELISA CARRIO DIPUTADA NACIONAL
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en agosto 15, 2006
«LA EDUCACION DEL PORVENIR» por Elisa Carrio
El Ministerio de Educación propuso debatir una nueva Ley Federal a partir de un documento políticamente correcto y, como tal, vacío de contenido. Plantea un escenario del pasado, sin permitir la discusión de cuestiones que puedan darnos como salida un salto al futuro. Es el modelo neoliberal con cirugía estética, que utiliza una construcción pretérita exitosa, como la escuela primaria y secundaria, que, de no revisarse cumpliría el único rol de desempolvar un mito para legitimar la anomia presente.
Cambiar la cultura es someter a refutación los viejos paradigmas: pensar lo nuevo y accionar en consecuencia. Los paradigmas políticos sobre los que funcionó la educación en los siglos XIX y XX son un Estado-Nación, un sujeto y una ciudadanía atados a é; una laicidad como negación de lo religioso; una jerarquía del saber científico sobre el resto de los saberes.
La crisis de estos paradigmas pone en crisis al sujeto. Repensar nuevos paradigmas es la cuestión central de la educación del porvenir. El documento lo ignora o lo oculta en forma deliberada. El poder consiste en eso: disciplinar sacando de la discusión las cuestiones centrales. Es allí donde se percibe la profunda continuidad con la Ley Federal de los `90, que el ministro Filmus ayudó a redactar. Los nuevos paradigmas son un sujeto hacia sí mismo que se reapropia de su tiempo enajenado, que tiene un lenguaje para la libertad. Una emancipación a través de una ciudadanía y un sujeto que en vez de estar atado al Estado-Nación esté adscripto a un nuevo contrato moral de la humanidad. Con una mayor responsabilidad no solo individual y personal, sino sustantiva, por el ambiente y por los otros, preconstitutiva de la individual.
Se trata de la ruptura de la jerarquía en los saberes que vienen de la modernidad y en el diálogo entre todos ellos. Solo rompiendo el estatuto de omnipotencia del saber científico tecnológico y, a partir de un redimensionamiento de todas las creencias, culturas y saberes y de la devolución de la palabra como nudo central de la libertad, estaremos construyendo una nueva humanidad. La garantía del acceso y permanencia en la educación depende de una variable central ausente en los ejes de debate: un ingreso universal garantizado a la niñez atado a la permanencia en ala Escuela. Si no hay posibilidad por ingreso, la obligatoriedad por ley es solo una expresión de deseos demagógica.
No podemos estar en desacuerdo con el derecho de las familias a participar en la educación. Pero ¿Qué cultura promovemos en la sociedad y qué ingresos le garantizamos para que esa cultura sea posible? ¿Desde que cultura hacemos participar a los padres? ¿Desde la cultura de los planes asistenciales clientelísticos? ¿O, por el contrario, restituimos la dignidad de las familias por ingreso, por derechos y por trabajo, que es la forma como se garantiza esa participación?
Filmus habla de buena calidad en la educación. ¿Qué significa eso? ¿Recursos tecnológicos para una educación del pasado? Sólo hay una respuesta: una escuela abierta al porvenir, con nuevos paradigmas y, en consecuencia, un camino de emancipación del sujeto. Y en cuanto al docente, ¿quién podría estar en desacuerdo con su dignidad? El problema radica en identificar a los responsables de la caída en la indignidad de la docencia. ¿Quién, con el presentismo, obligó a los docentes en estado de enfermedad terminal a dar clases, sino la provincia de Santa Cruz?
La dignidad vuelve a pasar por el ingreso y los derechos, pero también por un profundo diálogo acerca de los nuevos paradigmas, de modo tal que el maestro sepa para que epopeya educa.
Señala el Gobierno la necesidad de escuelas en condiciones materiales dignas, como si esto fuera parte de un debate y no un deber irrenunciable del estado. Porque la educación es también su escenario, hemos virado de la vieja escuela en sus construcciones del siglo XX y, aún, en la misma década en la que gobernó Perón, a la esuela del galpón hija de la complicidad entre empresas constructoras y gobiernos, que permite advertir, en la escenografía, cómo lo simbólico construye lo real.
En síntesis: los ejes planteados parecen moldeados por un encuestador para que el ciento por ciento de los argentinos esté de acuerdo con la propuesta del ministro Filmus, que en realidad no es ninguna propuesta
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