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Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en septiembre 10, 2006

Carrió se juntó con mujeres para hablar de política, amor y los años 70


Criticó la política oficial de derechos humanos y llamó a quitarse «la mochila del pasado».

JUNTASCarrió, ayer, con Patricia Bullrich, Patricia Walsh, María Eugenia Estensoro, Norma Morandini y otras mujeres.(ARI)

De repente, el imponente aula magna del Colegio Nacional de Buenos Aires, pensada para que desde sus ventanales ingrese la luz de la razón, se pobló de confesiones. Era un seminario previsto para analizar el amor como cuestión política, pero las políticas dejaron los discursos que habían llevado y hablaron en voz alta de sus historias personales. Todas se refirieron a los trágicos años 70, como si fuera una pesadilla de la que aún no pudieron despertar. Y Elisa Carrió, madrina de la iniciativa, buscó marcar más diferencias con el gobierno al llamar a «quitarnos la mochila del pasado», en obvia referencia a la política de derechos humanos.

Algunas como Patricia Bullrich, contaron que militaron en la JP desde la ignorancia. «Pensábamos que íbamos a tomar el poder sin saber cómo. Incluso cuando fue el golpe del 76, supusimos que iba a ser mejor porque iban a aflorar las contradicciones, que así iba a quedar al desnudo el sistema. Yo reportaba en la franja Norte de la JP. El día del golpe, éramos 800. En agosto de aquel año sólo quedábamos 50. Eramos ignorantes. Participé de una generación en la que los padres enterraban a sus hijos». Bastó para que las demás empezaran a tirar del hilo.

En el otro extremo, Patricia Walsh, hija del asesinado Rodolfo Walsh, reivindicó a esa generación. «En los 70 no estábamos tan prisioneros por lo colectivo. Resalto aquel compromiso como parte de las luchas de un pueblo. Hemos librado muchas batallas por verdadero amor, integrando el hacer, con el sentir, con el pensar. Hoy muchos políticos trabajan por el amor propio».

Pero la que dio la nota fue Carrió. Vestida en distintos tonos de dorados y en vez del crucifijo con un grueso collar de perlas, sorprendió: «Cuando mataron a José Ignacio Rucci yo tenía 16 años y me alegré. Hoy me arrepiento de haber pensado así». Y en lo que parecieron dardos a la política de Kirchner, señaló: «Hacia delante nuestros aciertos no pueden ser el equipaje traumático del pasado. Lo tenemos que resolver desde el pluralismo. Hay que perdonarse y perdonar. Tenemos que quitar la mochila del pasado. El perdón no implica olvidarse de la justicia y de las condenas. No es un sustituto de la justicia. Pero sin esa generosidad, sin ese salto, no habrá reconciliación. Hoy muchos hablan de los heroicos, pero eso tapa ejecuciones. Eso no es liberador».

El público era íntegramente femenino. Escritoras como Elsa Osorio, expertas en políticas públicas como Viviana Fridman, sociólogas como Graciela Rommer y Beatriz Kohen, religiosas como la franciscana hermana Regina, filósofas como Diana Maffia, historiadoras (Fernanda Gil Lozano) y psicoanalistas (Elizabeth Rapela, Zaida Azás, Haydé Copolechio), se dividían entre gestos de aprobación y rechazo.

«Tengo todos los estados civiles, casada, divorciada, madre soltera y concubina», arrancó la diputada María Eugenia Estensoro al relatar que fue educada en una familia en que el lugar del sacrificio correspondía a la mujer y el del lucimiento, al hombre. Durante los años de plomo, vivió en Europa y Estados Unidos y allá al principio descreía de lo que describían acerca de lo que ocurría en la Argentina, «No me cabía en la cabeza lo de los desaparecidos. Hoy me siento responsable de lo que pasaba», dijo.

«Mis dos hermanos son desaparecidos y tengo una madre que hizo del dolor un gran ejemplo de vida», contó la periodista y ahora diputada Norma Morandini.

Hubo un solo punto en el que todas cerraron filas: en la posibilidad de hacer política desde las diferencias. Así, abundaron las citas a Hannah Arendt: «La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres. Trata del estar juntos y los unos con los otros de lo diverso», escribió la intelectual alemana en «Hombres en tiempos de oscuridad». También recordaron aquella pregunta de la filósofa francesa Simone Weil: «La plenitud del amor al prójimo es simplemente ser capaz de preguntarle, ¿cuál es tu tormento?». Un escalofrío recorrió durante varias horas el auditorio. Fue ayer por la mañana.Trajes de noche y piqueteros

La excusa eran los dos años del Instituto Hanna Arendt, pero Lilita Carrió pudo concentrar a 750 personas en un salón de Palermo, el viernes a la noche. En la cena compartieron mesa señoras con trajes de noche junto a piqueteros de La Matanza, el cacique aimara Cachuqueo y hasta la única diputada de origen japonés, la chaqueña Alicia Terada. La estrella fue, precisamente, Toti Flores, el dirigente social que rechazó los planes sociales y formó una cooperativa de trabajo que hoy exporta guardapolvos a Japón.

 

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