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Fiesta del Cine de Roma, Una estrella que bajó del cielo

Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en octubre 15, 2006

Monica Belluci presentó en el festival el film que protagoniza, N (Napoleón y yo)

 ROMA.- Una bellísima mujer que pasó los cuarenta, con algunos kilos de más, obsesionada por la idea de la juventud perdida, lista a satisfacer a su amante de diecinueve años, pero también al tirano. Así apareció ayer la diva italiana Monica Bellucci en N (Yo y Napoleón) , la película del cineasta italiano Paolo Virzí que fue presentada, entre muchos aplausos, en la Fiesta del Cine de esta ciudad.

Aunque en esta comedia no tiene un papel protagónico, Monica Bellucci, estrella de la segunda jornada del festival romano, sorprendió a los expertos por lo bien que logró interpretar el personaje de una histérica pero divertida baronesa de costumbres fáciles y amante del buen vivir. «Es cierto, me divertí mucho al actuar en el rol de una baronesa que sabe gozar de la vida, un poco puta, superficial pero simpática, muy inmadura», dijo en su encuentro con la prensa Bellucci, más flaca que como se ve en la película, y enfundada en un apretado vestido negro con encajes, el pelo lacio, y aire aburrido, de sex-symbol.

Si bien su personaje no es el principal de N (Yo y Napoleón) , resulta crucial en la historia de la película, basada en la novela homónima del conocido escritor italiano, Ernesto Ferrero. Todo sucede en 1814, cuando a la isla de Elba (que está en el mar Tirreno, en frente a la región Toscana) llega en exilio Napoleón, interpretado soberanamente por el actor francés Daniel Auteil.

Napoleón es recibido con gran entusiasmo por el pueblo y la nobleza de la isla, que festejan a lo grande el arribo del soberano. Pero hay alguien que no celebra: el joven Martino Papucci (Elio Germano), un más que idealista y libertario maestro de 19 años, poeta en ciernes y amante de la bella y madura baronesa Emilia (Bellucci). Martino, de hecho, detesta al ex emperador y todas las noches sueña que lo mata, para vengarse de su traición a los ideales revolucionarios, y de la muerte de miles de jóvenes en los campos de batalla de toda Europa. La trama arranca cuando al joven, menor de tres hermanos de una familia de comerciantes de Portoferraio (la ciudad principal de la Isla de Elba), vistas sus dotes culturales le ofrecen convertirse en el escriba y bilbiotecario del odiado Napoleón, el nuevo rey de la isla.

Martino acepta el puesto con la intención oculta de cometer el tiranicidio por el cual se siente predestinado. Pero la tarea resulta complicada, ya que Napoleón se revela como una figura bastante simpática, muy humana y frágil. En el ocaso de su gloria, el corso se muestra de a momentos arrepentido, aburrido en el exilio, y logra de alguna forma conquistar a la persona que tanto lo odia.

«Los únicos momentos felices son los de la infancia. Pero… recordarlos es algo muy triste. El día que perdemos el amor por recoger caracoles en la playa, llega la pasión hacia nosotros mismos, que nos lleva hacia la vanidad, hasta la muerte», llega a decir el emperador en un momento de debilidad, mientras mira melancólicamente el mar.

Entre seducciones, traiciones, intentos fallidos de magnicidio y sorprendentes confesiones, se refleja la contradicción entre el ímpetu e idealismo de los veinte años, y el desencanto de la edad adulta, y el mal implícito en el poder.

La película, que para el mismo director, Paolo Virzí, puede definirse una «comedia», es divertida -sobre todo las escenas en las que actúa el famoso actor cómico italiano, Massimo Ceccherini-, aunque al principio hay demasiado griterío, y durante la mitad se hace un poco larga (dura casi dos horas). En la función que hubo para la prensa, sin embargo, hubo muchos aplausos.

¿Napoleón-Berlusconi?

Durante la rueda de prensa posterior -en la que participó la lánguida y poco simpática Monica Bellucci-, Virzí contó cómo el ausente actor francés Daniel Auteuil (que debió suspender a último momento su venida a Roma debido a la muerte de su madre), había logrado entender perfectamente el personaje de Napoleón en decadencia. «Voy a interpretar a Napoleón como si fuera un viejo actor que teme haber perdido su poder de seducción», dijo.

Como siempre sucede con las películas italianas, la mayoría de los cronistas intentó buscar el mensaje político de N (Yo y Napoleón) . Pese a que esta coproducción ítalo-francesa fue financiada nada menos que por la productora Medusa, del magnate de los medios y ex premier Silvio Berlusconi, muchos interpretan que el Napoleón seductor y enfermo de poder que se ve en el film bien podía ser el Cavaliere de nuestra época, una figura generalmente no muy apreciada en los ambientes artísticos.

No por nada Virzí contó que durante la filmación, para hacerle entender al actor protagonista, Elio Germano, cómo el personaje de Martino tenía que odiar a Napoleón, le decía «¡odiálo como lo odiás a Berlusconi!» Tras semejante revelación, Germano prefirió aclarar que «tengo ideas políticas fuertes, pero no odio a nadie».

«Más que en contra de Berlusconi, yo hablaría en contra del berlusconismo, que es algo que aleja a las personas de la vida real», agregó Germano, que destacó que a diferencia de lo que le pasa a su personaje, el impetuoso Martino, «actualmente son pocos los jóvenes que se comprometen con la historia y la ética».

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