Por ALICIA DE ARTEAGA
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en octubre 29, 2006

En Tunuyán, Mendoza, el martes abrió sus puertas Colección Killka con obras de arte argentino y holandés del siglo XX; en el majestuoso edificio que fue del Tigre Hotel inauguró el MAT, Museo de Arte de Tigre, orientado al arte figurativo y tradicional

Esta historia abarca dos geografias y un mismo objetivo. En Mendoza, en plena precordillera, un visionario empresario ligado al mundo del vino decidió apostar por el arte argentino y asociar turismo, gastronomía y cultura en una ecuación que gana adeptos en el mundo entero.
El martes, con la presencia de artistas, críticos y periodistas especializados fueron inauguradas las salas que albergan la Colección Killka en un edificio imponente que recupera la identidad andina contra el fondo de la cordillera nevada.
Un día después, el intendente Ricardo Ubieto cortó la cinta inaugural del MAT, el Museo de Arte del Tigre, cuyo patrimonio está formado por obras de arte argentino de la pimera mitad del siglo XX, que enriquecen la propuesta cultural de un circuito turístico en expansión. Ambos proyectos, por caminos diferentes, han sido factores dinamizadores del mercado de arte al poner en valor el arte de los argentinos y aceptar el desafio de convertirse en centros de difusión, frente a la ola creciente de turismo receptivo.
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Los arquitectos Pater y Dubois proyectaron en la primera década del siglo XX un majestuoso edificio que balconea sobre el río para el complejo del Tigre Hotel. Allí funcionó el casino, hasta los años treinta, cuando fue cerrado por el gobernador Fresco, y el juego y el azar se mudaron al Provincial de Mar del Plata.
Recuperados los pisos de roble, los caireles de las arañas y las molduras de las paredes, el edificio brilló para recibir a las autoridades e invitados especiales en un emotivo acto (ver recuadro) presidido por el intendente Ricardo Ubieto. Sus palabras fueron para celebrar la creación del MAT, que ha sido todos estos años el objeto de sus afanes.
La colección está orientada a la pintura, salvo dos lindas cabezas de AlbertoLagos. El criterio curatorial responde a una intención didáctica, que será la señal distintiva de esta nueva institución consagrada al arte argentino de las primeras décadas del siglo XX y a los precursores del siglo XIX instalados en una sala de paredes color bermellón.
Obras de Berni, Fader, Thibon de Libian, Malanca, Butler, Norah Borges, Aquino, Quinquela Martín, Imperiale y de la Torre se exhiben según un guión que privilegia tres ejes temáticos: el paisaje, la figura y los bodegones. Tal como anticipó este diario, las obras fueron adquiridas en subastas con el asesoramiento de los especialistas Adrián Gualdoni Basualdo y Sonia Decker (Consultart).
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A una hora de Mendoza, en el Valle de Uco, al pie de la Cordillera de los Andes, los arquitectos mendocinos Eliana Bórmida y Mariano Yanzón proyectaron una fortaleza de piedra, tierra y cemento, que valoriza las texturas andinas con una memoria regional y el empleo de sistemas constructivos originales de la precordillera.
Como las tapias (similar al adobe) utilizadas en la construcción de la capilla y en el tratamiento de los muros lavados a presión, con la piel de canto rodado y ripio propios de la zona. La arquitectura dialoga con el arte en ese entorno privilegiado, dominado por la pirámide invertida de la Bodega Salentein.
Las salas de Killka reúne obras de Polesello, Minujin, Bastón Díaz, Norah Correas, Dermijian, Carlos Alonso, Gorriarena, Schvartz, Cambre, Uriburu, Benguria, Prior, Robirosa, Maccio, Benedit, Gamarra, Hoffmann , Torreta y Miguel Ocampo, entre otros.
Gustavo Vázquez Ocampo tuvo a su cargo el montaje y la iluminación de las salas que serán coordinadas por la mendocina Julieta Gargiulo, curadora de la sala de exhibiciones temporarias, que inauguró con trabajos de jóvenes artistas de la región.
La colección, formada bajo la mirada rectora de la galerista Sara García Uriburu y gracias al apoyo de la Fundacíon Pon, se suma a la tendencia global de asociar la experiencia del arte con tiempo libre, turismo y gastronomía.
La noche inolvidable
El selecto grupo de invitados que asistió el miércoles por la noche al MAT, Museo de Arte de Tigre, cuando por primera vez se conoció públicamente la colección formada por impulso del intendente Ricardo Ubieto, debió hacer un gran esfuerzo para contener la emoción. La admiración por las palabras de ese auténtico luchador fue unánime. Llegó al salón en silla de ruedas, animado por la ilusión de referirse a la importancia de inaugurar un museo. No habló de sí, ni de sus 16 años de esfuerzo. Sólo tuvo expresiones de agradecimiento para sus colaboradores.
Reunidos en el hall del primer piso, los invitados tomaron nota del empeño y tesón puesto en la restauración, que transformó una residencia en ruinas y emblemática de Tigre, en un resplandeciente museo que será el orgullo de ésta y otras generaciones. «Bravo», le gritaba la gente a Ubieto, con admiración por su forma de entender la gestión política y por elegir la cultura como destino de inversiones presupuestarias, concretadas con la más absoluta transparencia. El nuevo museo fue bendecido por monseñor Jorge Casaretto ante la presencia de coleccionistas y amigos del arte. Allí estuvieron Eduardo Costantini, Guillermo Roux, Mauro Herlitzka, Oscar Smoje, Manuel Mora y Araujo, Natalio Povarché y la vicegobernadora Graciela Giannettasio, junto a los intendentes de Vicente López, San Fernando y San Isidro. Tras agradecer a cada uno de sus colaboradores, encabezados por el arquitecto Hugo Maciñeiras, que dirigió la compleja recuperación edilicia, Ubieto tuvo palabras de especial reconocimiento para la curadora general Mónica López D´Urso. «Este es el acto más importante que me ha tocado presidir», dijo y remató visiblemente emocionado. «Soy vasco y voy a ganar esta pelea», dijo.
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