A Córdoba llega la fiebre azul y amarilla
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en diciembre 3, 2006
Clima de fiesta, un montón de afecto y mucha reventa. Todo enmarca la expectativa de que haya vuelta olímpica esta tarde ante Belgrano.
AHI ESTAN. La aparición del micro con los jugadores de Boca generó el entusiasmo de los 500 hinchas que los esperaban en las puertas del hotel. Quieren ser testigos del día tri.
Blanca, radiante, un encanto de mujer, cualquiera podría pensar que ella es la dueña de todas las sonrisas. El rouge que brilla sobre sus labios es rojo, pero lo que realmente tiene pintado en su rostro es la emoción. Hace cuatro años llegó de Frías, Santiago del Estero, con la ilusión de graduarse como ingeniera de sistemas y en el camino encontró el amor. Anoche, justo anoche, Maribel Parma se casaba. Pero ahí estaba, en la antesala del hotel Sheraton, esperando a los jugadores de Boca. Vestida de novia, con un ramo de flores en la mano, quería una foto con Palermo o Guillermo. Faltaban veinte minutos para que su marido, Sebastián Szyrko, la recibiera en el altar de la Iglesia de Loreto. «Si llego tarde no impor ta. Por el tricampeonato vale la pena. Pero mejor que mi marido no se entere», decía. Y agregaba con una mirada bien pícara: «¿A que no sabés de qué cuadro es él?».
Maribel es parte de locura que vivieron miles de almas en esta Córdoba azul y oro. Una pasión exacerbada que se potenció a las 20.35, cuando el micro de Flecha Bus ingresó por la avenida Duarte Quirós y depositó a los futbolistas que esta tarde, ante Belgrano, buscarán capturar la triple corona. Entonces, se produjo una total desesperación por una foto o una firma que desbordó la seguridad, tanto que los hinchas pasearon en el ascensor para ver a sus ídolos. En el medio del caos, Ricardo La Volpe escuchó la primera ovación: «Bigotón, Bigotón».
Claro que algunas horas antes, mientras el plantel volaba hasta aquí, ya se habían juntado unos 500 fanáticos en la puerta del shopping ubicado frente al hotel. Con sus cámaras en mano y envueltos en camisetas xeneizes, pero muchos sin entradas y con un único fin: morir en la reventa.
Entre ellos estaba Luciano Mo, salteño de 21 años, estudiante de administración financiera, que vive en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Llegó el martes, luego de un día de travesía en ómnibus, pero pudo conseguir su popular, que costaba 14 pesos, fuera de la ventanilla a 100. Para este chico, no había otra opción. «Mi papá me dejó venir, era ahora o nunca. Pagaba lo que sea», dice.
Martín y Fabián Benítez son de Formosa. «Vivimos enfrente de la casa que era del Negro Ibarra, ¿cómo no íbamos a venir?», cuenta el papá. Dieciocho horas de micro no mitigaron el entusiasmo de esta familia que quiere ver, al menos por TV, a su coterráneo dando la vuelta. «Si no conseguimos entradas, al menos queremos estar cerca de Boquita», afirman a coro.
A Carlos Pereira, 53 años, una gorra ocre se le asoma sobre su pelo crespo. Flamea una bandera con la imagen de Palermo y Guillermo y la leyenda «Juntos son dinamita». Se vino con una traficc y otros nueve tucumanos. La familia Martínez, de Catriel, Río Negro, también llegó en su plenitud. «Hicimos la cola toda la madrugada», cuenta Héctor, el padre. Y hay cordobeses, claro. Martín Bireni, Marcelo Cerrano y Fernando Pomiro, de Jovita, 400 kilómetros al Sur. Y Raúl Oliva, «de La Falda, la patria de Pablito Ledesma». Y Yamila, de cabello violeta y ojos iluminados porque viene Gago, su príncipe azul.
Boca tiene apoyo en Córdoba. Con o sin entradas, los fieles de todo el país se movilizaron hasta aquí. Quieren estar cerca de la gloria del tri. Nadie se lo quiere perder. Ni siquiera esa novia que despertó suspiros en los más cabuleros. ¿O no dicen que ellas traen suerte?
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