La lección de un pintor, Ernesto Deira se presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en diciembre 3, 2006
Una exhaustiva muestra antológica de Ernesto Deira se presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes
Con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Ernesto Deira, el Museo Nacional de Bellas Artes presenta una muestra antológica de su obra. Ciento veintidós pinturas, dibujos y grabados componen el conjunto más exhaustivo que se haya reunido de este artista que integró el famoso cuarteto neofigurativo. El resultado es una exposición rotunda, que permite ver sus temas y sus obsesiones con el frescor que tuvieron cuando fueron concretados en las telas o los papeles. No es una exposición que pueda verse con nostalgia.
En el valioso catálogo que se editó, con más de trescientas obras reproducidas, María José Herrera, curadora de la muestra, señala que la presentación antológica se compone de siete núcleos: La guerra, El retrato, La neofiguración, La escritura, Los años setenta, La década de los ochenta. Cada sección pone en evidencia las muy diversas preocupaciones plásticas y éticas que lo acompañaron durante toda su vida. Este carácter ya es notorio en la primera sección, con las telas dedicadas al Holocausto, en las que muchas figuras abigarradas muestran sus rostros desencajados, convulsos; son hombres y mujeres que han sufrido. Es evidente la referencia a las pinturas negras de Goya.
En 1961, Deira expuso en la primera muestra de la Otra figuración, que se presentó en la galería Peuser. Junto con él estaban Luis Felipe Noé, Rómulo Macció y Jorge de la Vega (en esta única ocasión participaron Carolina Muchnik y Sameer Makarius). En el texto del catálogo, que suscriben todos los expositores, se explicitan las intenciones compartidas: «Somos un conjunto de pintores que en nuestra libertad expresiva sentimos la necesidad de incorporar la libertad de la figura [era la época de mayor auge de la abstracción, geométrica, lírica o informalista]. Porque creemos justamente en esa libertad no queremos limitarla dogmáticamente, esclavizándonos a nosotros mismos».
Deira, con una mezcla de ascetismo y barroco, nunca se apartó de los principios señalados: la libertad, la figura humana, la ausencia de normas autoimpuestas. Así aparecieron en sus telas figuras metamórficas y rostros sin ojos, rodeados en ocasiones de recuadros y estructuras de equívocas referencias espaciales. En muchos cuadros se acumulaban, en una promiscua intimidad, personajes diseñados con una línea rítmica que traza verdaderos laberintos de color.
Pero Deira no es, de manera alguna, un expresionista espontáneo, inocente; en sus distorsiones existe siempre el impulso libre y al mismo tiempo la construcción de la pintura misma. Por otra parte, es fundamental, tanto en sus pinturas como en sus dibujos, la preeminencia de la línea (sensible, rítmica, modelada), del garabato y el graffiti.
Deira obtuvo un rápido reconocimiento (similar al de sus compañeros del colectivo) poco después de las primeras muestras. En 1963, por invitación de Jorge Romero Brest, el cuarteto se presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes; unos meses después expuso en la filial de Río de Janeiro de la Galería Bonino; dos años más tarde lo hizo en el Museo de Arte Moderno de la misma ciudad brasileña. En 1965 el grupo se disolvió. Deira, junto con De la Vega, pasó a desempeñarse como profesor invitado en la Cornell University (Ithaca, Nueva York). La Academia Nacional de Bellas Artes, en 1967, otorgó a Deira el Premio Palanza, una distinción consagratoria.
En 1968 Deira exhibió en la Galería El Taller, con el título Rollos desenrollados (exhibidos en el MNBA), un conjunto de enormes dibujos que recubrían toda la sala desde el cielo raso hasta el piso. El año anterior, en otra muestra, en la galería Bonino, se propuso perturbar al contemplador, agobiarlo, con cuadros colocados unos al lado de los otros, otra vez desde el piso hasta el techo. Lo que pretendía, dijo el pintor, era que «el espectador tuviese que hacer un esfuerzo para llegar a una [tela], dejando otra, que quizá le gustaba, y supiese que lo estaban persiguiendo las obras de la derecha, la izquierda, la espalda».
Estos y otros ensayos de Deira son producto del clima de una época caracterizada por las más diversas experiencias en todos los campos del arte (entre otras, las de Kenneth Kemble, Alberto Greco, Luis Felipe Noé, Julio Le Parc, Emilio Renart, Rubén Santantonín y Alberto Heredia). Pero el pintor neofigurativo nunca puso en cuestión la naturaleza de la pintura (ni del arte); frente a la alternativa Duchamp-Picasso, siempre estuvo más cerca del español.
Ernesto Deira nació en Buenos Aires en 1928; murió en París en 1986. Graduado de abogado en la Universidad de Buenos Aires, ejerció su profesión durante varios años. El arte fue su vocación tardía. Se inició en el taller de Leopoldo Torres Agüero; en 1957 continuó los estudios con Leopoldo Presas. Expuso individualmente por primera vez en 1958. Su última muestra en Buenos Aires la presentó en la Galería Ruth Benzacar en 1985.
(Museo Nacional de Bellas Artes, Avenida del Libertador 1473, hasta el 18 de febrero)
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