Arquitectura: El mundo según Foster
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en diciembre 10, 2006
Es arquitecto, inglés, y tiene entre manos la obra más monumental del planeta: el aeropuerto de Pekín, que estará listo para los Juegos Olímpicos de 2008. Quién es el hombre que además levantará, en Puerto Madero, la primera construcción de su autoría en América latina
LONDRES.– Se inauguró con el siglo y un día cualquiera, a las tres de la tarde, tiene un flujo de transeúntes que recuerda la calle Florida a la hora en que se apagan las luces del microcentro porteño. Sobre el Támesis, el Puente del Milenio ofrece una de las mejores vistas de Londres y une dos íconos de la esta ciudad: la antigua catedral de St. Paul y el nuevo edificio de la Tate Gallery. Es, apenas, una muestra del extenso haber arquitectónico de Norman Foster, un hombre oriundo de Manchester que expandió su creatividad en 150 ciudades de 50 países. El mismo que llegará el año próximo a la Argentina, con megaproyecto bajo el brazo (ver recuadro), para iniciar su primera obra en América latina. El que tiene entre manos el proyecto más monumental del planeta: la ampliación del Aeropuerto Internacional de Pekín, que costará 2300 millones de dólares y que recibirá a los millones de visitantes que, en 2008, disfrutarán de los Juegos Olímpicos en tierra china.
Tiene 72 años y la usina de sus proyectos queda aquí, en la parte sur de Londres. No se trata de ningún barrio tradicional ni conocido por los turistas. Desde Chelsea, hay que cruzar el Battersea Bridge, hacia el Sur. En el número 22 de Hester Road está la sede de Foster & Partners, con sucursales en varias ciudades de Europa.
Londres se ve diferente de este lado del río. La misma vista panorámica que la que tenían en su departamento los protagonistas de
Match Point, una de las últimas de Woody Allen, que se filmó por aquí. Hace algunos años era un barrio abandonado y sin destino, que ahora disfruta de su crecimiento. Todo –dicen–, gracias a que Foster decidió instalar en la zona su cuartel central de operaciones.
Como todas sus obras, la sede de Foster & Partners es un lugar absolutamente luminoso. Hay que ingresar por una escalera de dimensiones generosas, pasar por la recepción y toparse, en un bar interno, con un buen puñado de arquitectos de treinta pico tomando café en la barra. El mundo según Foster pretende oficinas confortables y lugares de trabajo con mucha luz porque, en sus propias palabras, «la arquitectura puede motivar a los empleados y a su buena salud».
Eso mismo pensaba cuando construyó, hace algunos años, la sede central del Hongkong Shanghai Bank, una de sus obras más potentes: que una oficina debe tener «un concepto social», de funcionalidad y comodidad, más allá del estilo, que poco importa.
La vida circular
Deconstruir la historia del hombre de Manchester sería casi imposible para cualquier relator que pretendiera incluir premios (ganó más de 400), obras, condecoraciones (la reina de Inglaterra le otorgó el título de lord) y proyectos. En síntesis, podría decirse que el ahora empleador de ¡700 personas! inició su proyecto en 1967. Que fue en el living de su departamento, de sólo dos habitaciones.
Ya había estudiado Arquitectura y Urbanismo en su ciudad natal, y cursado un máster en la Universidad de Yale, gracias a una beca. Desde entonces, el mundo según Foster tuvo objetivos claros. Los mismos que esgrime ahora que camina tranquilo en su traje de corderoy claro y su polera negra estilo Armani: «Trabajamos desde la escala de un aeropuerto hasta el detalle del diseño de un picaporte. Nuestro estudio está abierto 24 horas, los 7 días de la semana».
Algo lo distingue: Foster ama las formas circulares. En el barrio de su oficina, donde también vive él con su mujer, Elena Ochoa (ver aparte), las fachadas son ondulantes y movedizas. Lo obsesiona la energía, y alguna vez dijo que «en las grandes ciudades, en lugar de parquímetros debería haber enchufes. Y que los autos funcionaran a batería». Anhela urbes con transporte público eficiente, aunque lo más polémico e interesante es su concepto de ciudad: Foster piensa que la tendencia de mudarse a las afueras «empobrece la vida de quienes pasan medio día viajando, alejados de lo cívico». Opina que hay que crear las condiciones necesarias de uso de los espacios públicos y la energía para que los ciudadanos vivan más cómodos en las grandes urbes.
Le gusta jugar con los materiales. En una suerte de archivo gigante, ubicado en una habitación de su estudio, hay muestras de combinaciones raras, desde autopartes utilizadas para armar paredes hasta lanas y otros enseres que Foster y sus socios destinan a sus grandes obras.
Quienes visitaron Bilbao lo recuerdan por esas estructuras vidriadas y curvas del metro (los famosos fosteritos). Y aquí, en Londres, ningún turista puede pasar por alto el Gran Atrio del British Museum. Tiene las dimensiones de una cancha de fútbol y una cobertura de vidrio y acero formada por 3312 paneles (ideada por Foster) que lo convierten en la mayor plaza cubierta de toda Europa.
Otro de sus récords es Wembley: lo cubrió por completo, y lo convirtió en el más grande de los estadios techados. Ahora proyecta levantar en Moscú un rascacielos de 600 metros que, se supone, será el más alto de Europa. A lord Norman le gustan las alturas. El mundo según Foster siempre es una invitación a tocar el cielo con las manos.
MADRID.– Haz la prueba. Pregunta a un amigo, al camarero donde tomas café, a una compañera de trabajo o a tu madre, qué opinión les merece Elena Ochoa Foster. «¿Quién?», preguntarán con cara de extrañeza. Si les dices que hablas de la doctora Ochoa, contestarán: «¡Ah! La del programa de sexo» o «la mujer de Norman Foster, el arquitecto», pero sólo unos pocos sabrán a qué se dedica en la actualidad. Ya es hora de conocer a esta licenciada en psicología clínica, de 47 años, que hace dieciséis presentó un programa de televisión (Hablemos de sexo) que fue el primero dentro de su categoría. Pero eso ocurrió hace mucho tiempo. Desde entonces no ha parado.
Lo advierten sus colaboradores: «Siempre va con un mes de adelanto y quiere las cosas para ayer». Lady Foster es una mujer sencilla y discreta, que casi siempre va vestida de negro. La revista C Photo Magazine, la publicación bianual que dirige y cuyo objetivo es difundir la fotografía, cuenta con dos ediciones bilingües: español-chino e inglés-japonés. Todo un lujo, que se enmarca dentro de la editorial Ivory Press, dedicada a la difusión de libros de arte y que ha publicado a grandes artistas, como Chillida, Richard Long, Anthony Caro o Anish Kapoor. Tanto la revista como los libros van a contracorriente; no cumplen con lo que marca el mercado.
–Es lo que me interesa. De otra manera, sinceramente, no podría, sería un business. Por supuesto, en Ivory Press hay una inversión, pero es un negocio por puro placer. Quiero que los libros estén en los museos.
–¿Había ambiente cultural en su casa?
–Se leía mucho. Mi padre era profesor de química orgánica e investigador. Parte de mi infancia la pasé en Galicia; luego, como mi abuelo era gobernador de San Sebastián, vivíamos entre esa ciudad y Biarritz; después, en Orense y La Coruña, y a los 16 me fui a estudiar a Madrid.
–Se ha movido mucho desde entonces: Barcelona, Cambridge, ahora Londres…
–Tienes que aprender a ser feliz donde vives y con lo que tienes. Lo importante es no perder la curiosidad.
–También cambió de vida de la noche a la mañana al casarse con Foster en 1996.
-Sí, corté por lo sano. Luego estuve un año investigando cómo ser editora. Y durante ese tiempo hice una búsqueda de personal experto para los libros de Ivory Press.
–¿Qué significa ser lady? ¿Le ha cambiado la vida?
–Por supuesto que no. Además, me parece pretencioso que tu persona y tu vida estén apoyadas en un título nobiliario, que por otro lado es fantástico. Creo que lo que básicamente hace a una persona son sus amistades, su familia y su trabajo. Eso es lo que soy en realidad.
–Lleva muchos años viviendo fuera de España…
–Pero hablo español con mis hijos (Paula, de 7 años, y Eduardo, de 4). Y hace poco hemos pasado quince días en Sevilla. A mis hijos les encanta y tienen amiguitos aquí, que además vienen a Londres.
–Siempre rompió moldes. ¡Fue la primera en hablar de sexo en televisión! Aunque le moleste que se lo recuerden.
–No, no me molesta en absoluto. Pero fue una etapa de mi vida que duró solamente un año, y desde entonces ya han pasado otros dieciséis. El hombre, la obra
Nació en Manchester, en 1935. Estudió en Inglaterra y en los Estados Unidos. Fundó su primer estudio en un departamento de dos cuartos. Hoy tiene 700 empleados (entre ellos, tres argentinos) y oficinas en París, Berlín, Francfort, Hong Kong, Singapur y Tokio. Realizó emprendimientos en cincuenta países y actualmente tiene proyectos en veintidós.
Algunas de sus obras: el Gran Atrio del British Museum (Londres), el Viaducto de Millau, (Francia), el nuevo Reichstag (Berlín;) las oficinas del HSBC en Hong Kong y en Londres, la casa matriz de Swiss Re (Londres), el Commerzbank de Francfort, los Centros de Investigación para la Universidad de Stanford, el Puente del Milenio londinense, el aeropuerto Chek Lap Kok (Hong Kong), el Palacio de los Congresos de Valencia, la remodelación del estadio de Wembley, una sección del metro de Bilbao, la central de distribución de Renault en Inglaterra, la Torre de Telecomunicaciones de Barcelona.
Foster en Puerto Madero
La primera obra de Norman Foster en América latina ya tiene destino: el Río de la Plata. Al menos, eso anunció el propio arquitecto inglés junto al empresario argentino Alan Faena, hace pocos días, en la Albion Gallery de Londres. El Aleph –tal el nombre de la obra– comenzará a construirse a mediados de 2007 y estará terminada en 2010. A Faena, mentor del proyecto, le entusiasma la idea. Lo tiene todo pensado: «Es una obra que sentimos necesaria para la ciudad, y queremos que esté lista cuando se cumpla el Bicentenario de la Revolución de Mayo».
Serán 130.000 m2 de superficie. Con una inversión de 200 millones de dólares, El Aleph estará integrado por un complejo de departamentos de lujo, aunque su alma será un centro cultural de 3000 m2. Habrá, además, un área de bares y locales comerciales, y un spa sobre el agua, al que se llegará en pequeños vaporettos.
Para Foster, «El Aleph ha sido una verdadera inspiración. Nos gusta que el proyecto integre la dimensión cultural, el espacio para lo público. Desde el punto de vista de la arquitectura, es fascinante anclarse en proyectos sostenibles».
Para Faena, culminar su Art District con una obra del arquitecto inglés redundará en beneficios futuros para Buenos Aires: «Foster es un fabricante de íconos –afirma–, y aquí lo tendremos».
Elmer pardo castañeda said
asu q estan bacanes