
INTRODUCCIÓN
El cuerpo humano contiene billones de células. Todos los tejidos, órganos y sistemas de nuestro organismo están formados por estas unidades funcionales que necesitan un constante aporte de oxígeno y nutrientes para vivir.
El aparato circulatorio, a través de su complejo sistema de arterias, venas, vasos y ramificaciones, se encarga de que este suministro sea constante y la sangre pueda alcanzar cada una de las pequeñas partes que componen nuestro organismo.
En este proceso es fundamental la labor del corazón, el principal órgano del sistema circulatorio, que, a través de su bombeo, permite el riego sanguíneo por todo el cuerpo.
Desde que nacemos hasta que morimos, esta pequeña ‘bomba’ no deja de latir: 65 veces por minuto, 3.900 a la hora, 93.600 al día… En cada uno de sus movimientos mueve aproximadamente 120 centímetros cúbicos de sangre. Lo necesario para que podamos seguir sintiendo, mirando, andando… viviendo.
ANATOMÍA
ESTRUCTURA
El corazón está situado en el centro del pecho, justo entre los pulmones y detrás del esternón. Es del tamaño de un puño, pesa alrededor de 300 gramos y tiene forma de cono. Este músculo está rodeado y protegido por un tejido llamado pericardio.
El corazón está dividido en cuatro cavidades, las dos superiores se denominan aurículas y las dos inferiores ventrículos. Cada aurícula se comunica con el ventrículo inmediatamente inferior; sin embargo, una pared muscular llamada tabique separa entre sí a las aurículas y los ventrículos o, lo que es lo mismo, divide al corazón en dos partes incomunicadas: la derecha y la izquierda. Esta división permite que la sangre nutritiva y rica en oxígeno nunca llegue a mezclarse con la sangre, cargada de dióxido de carbono y otras sustancias de desecho, que va de camino al pulmón para volver a oxigenarse.
LAS VÁLVULAS
Como si de compuertas se trataran, cuatro válvulas controlan el paso y la salida de la sangre en el corazón, impidiendo que, en ningún caso, ésta pueda fluir en el sentido contrario.
La válvula mitral controla el paso entre la aurícula y el ventrículo izquierdo, mientras que la tricúspide se encarga de vigilar la entrada de la sangre desde la aurícula al ventrículo derecho.
La salida izquierda del corazón está controlada por la arteria aorta, que es la encargada de controlar el flujo de sangre que se impulsa hacia el resto de nuestro organismo.
Por el contrario, el lado derecho del corazón tiene una salida controlada por la válvula pulmonar, la encargada de vigilar el paso entre el ventrículo derecho y la arteria pulmonar.
ANATOMÍA FUNCIONAMIENTO
El corazón se dilata y se contrae gracias a un músculo llamado miocardio en el que se generan impulsos eléctricos. La señal eléctrica se origina en el nódulo sinoauricular, que se sitúa en la parte superior de la aurícula derecha.
Cuando esta señal eléctrica se produce, estimula la contracción de las aurículas, provocando que éstas dejen fluir la sangre que han acumulado hacia los ventrículos. Esta fase se denomina diástole. A continuación, la señal pasa por el nódulo auricoloventricular, donde se detiene un instante para, seguidamente, dirigirse al ventrículo y estimular su contracción. Con este impulso, la sangre sale despedida desde el ventrículo al resto del organismo. Ese impulso se denomina sístole.
Este sistema eléctrico se conoce como frecuencia cardiaca o pulso y, aunque generalmente se mantiene a una velocidad determinada, puede variar en función de distintas circunstancias, como el ejercicio físico, el estrés o algunos factores
hormonales.
ANATOMÍA CIRCULACIÓN DE LA SANGRE
Procedente de los pulmones, el corazón recibe sangre con oxígeno y nutrientes, a la que se denomina sangre arterial. Esta sale impulsada a través de la arteria aorta para regar y alimentar cada célula del organismo, incluidas las que componen el propio corazón.
Una vez completado ese recorrido, la sangre regresa al lado izquierdo del corazón llena de dióxido de carbono y otras sustancias de desecho para, desde allí, ser enviada a los pulmones, donde volverá a oxigenarse.
En este proceso intervienen múltiples y diferentes vasos sanguíneos:
ARTERIAS
Conducen la sangre en sentido centrífugo; es decir, son las encargadas de repartir este líquido rico en oxígeno y nutrientes desde el corazón hacia todo el organismo (excepto la arteria pulmonar, que lleva sangre con sustancias de desecho al pulmón para que vuelva a oxigenarse). Las grandes arterias, como la aorta, se encargan de distribuir la sangre a las arterias más pequeñas o arteriolas. Estas últimas, que pueden contraerse o relajarse para controlar el flujo de sangre, llevan la sangre hasta los capilares.
CAPILARES
Pequeños vasos que conectan las arteriolas con las venas. En su interior se produce un intercambio entre gases respiratorios, nutrientes y sustancias de desecho. Este proceso se produce en dos modalidades:
- CÉLULAS DE TEJIDO SANGUÍNEO: La sangre aporta oxígeno a las células y recoge dióxido de carbono.
- ALVEOLOS PULMONARES: En los pulmones, el dióxido de carbono que ha recogido la sangre a lo largo de su recorrido es depositado en los alveolos. A través de la exhalación, este gas es expulsado al exterior de nuestro organismo. Durante la inhalación, el aire rico en oxígeno entra en los alveolos y pasa a la sangre que se dirige al corazón gracias a la acción de estos capilares.
VENAS
Son los conductos que se encargan de transportar la sangre al corazón. Las venas cavas (superior e inferior) conducen la sangre llena de sustancias de deshecho al corazón, mientras que la vena pulmonar devuelve la sangre rica en oxígeno desde los pulmones al corazón.
ANATOMÍA \ CIRCULACIÓN CORONARIA – ARTERIAS CORONARIAS
Cada célula de nuestro organismo, incluidas aquellas que componen el corazón, necesita oxígeno y nutrientes para poder sobrevivir. Para que el aporte sanguíneo llegue también a la principal bomba del cuerpo humano, existen dos arterias coronarias (izquieda y derecha).
Estas dos arterias, que nacen directamente de la aorta se encargan, principalmente durante la diástole, de que la sangre fluya hacia el corazón, que es el órgano del cuerpo que tiene la mayor demanda de oxígeno.
La arteria coronaria derecha irriga fundamentalmente el ventrículo derecho y parte del izquierdo.
Por el contrario, la izquierda, se divide en la arteria descendente anterior y la arteria circunfleja. La primera de ellas irriga la cara anterior del ventrículo izquierdo y el tabique interventricular; mientras que la segunda aporta sangre a la cara posterior del ventrículo izquierdo.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ COLESTEROL
Existen dos vías de entrada del colesterol, una es la fabricación por el propio organismo y otra, los alimentos. Generalmente el cuerpo humano produce la cantidad de colesterol que necesita, por lo que su consumo a través de la dieta no sería necesario. El cuerpo genera normalmente unos 1.000 miligramos por día. De 400 a 500mg (o más) pueden venir directamente de la alimentación.
El colesterol es un alcohol esteroideo liposoluble. Está distribuido por todo el organismo, especialmente en la bilis, sangre, tejido cerebral, hígado, riñones, glándulas suprarrenales y en las vainas de mielina de las fibras nerviosas. Entre otras funciones, facilita la absorción y el transporte de los ácidos grasos y actúa como precursor en la producción de vitamina D en la superficie de la piel así como en la síntesis de algunas hormonas esteroideas.
Hay varios tipos de colesterol, principalmente se encuentran el colesterol LDL ( siglas en inglés de lipoproteína de baja densidad) y colesterol HDL (siglas en inglés de lipoproteína de alta densidad).
El colesterol LDL es el que se encuentra en mayor proporción en la sangre. Si hay demasiado circulando por el torrente sanguíneo es peligroso porque se va depositando en la pared arterial y junto con otras sustancias puede ir formando placas de ateroma. Es lo que se conoce como aterosclerosis.
Un cúmulo de ateroma puede obstruir una arteria y dejar sin riego sanguíneo una parte del organismo produciendo desde una trombosis a un infarto de miocardio, según donde se origine el trombo.
El colesterol HDL tiene un efecto protector, pues se encarga de transportar el exceso de colesterol desde la sangre hasta el hígado. Una vez en este órgano, es eliminado o utilizado para producir otros compuestos del organismo.
Otra sustancia que también hay que tener en cuenta son los triglicéridos que están compuestos por un ácido graso y glicerol. Se sintetizan a partir de la mayoría de las grasas animales y vegetales y unidos a proteínas, forman las lipoproteínas de alta y baja densidad. Un nivel elevado de colesterol LDL constituye un alto riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, por esto se le llama ‘colesterol malo’. El ‘colesterol bueno’ el HDL al retrasar el crecimiento de las placas de ateroma y ayudar a la eliminación del nivel de colesterol en sangre, previene las patologías cardiovasculares.
El ‘colesterol bueno’; sería como el desatascador que arrastra el tapón de suciedad (‘colesterol malo’) que obstruye la cañería y no deja circular el agua que se necesita para que funcione bien un hogar. El aumento de triglicéridos también es perjudicial, aunque generan menos ateromas que el colesterol LDL, combinados con una baja cantidad de HDL se aumenta la probabilidad de desarrollar aterosclerosis.
Los alimentos animales que lo contienen son especialmente la yema de los huevos, carnes, pescados, productos lácteos enteros, vísceras, embutidos, etc. Los alimentos de origen vegetal no contienen colesterol, incluso algunos alimentos (el aceite de oliva) ayudan a reducir sus niveles.
El excesivo incremento en sangre puede ser producido por enfermedades hereditarias aunque en muchos casos la causa es desconocida.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ HIPERTENSIÓN ARTERIAL
La hipertensión arterial es la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. La tensión sistólica arterial es la ejercida por la sangre al ser expulsada por el ventrículo hacia la aorta, la presión máxima. La diastólica es la que aparece cuando el corazón se relaja, en esta ocasión es la mínima presión ejercida por la sangre.
Estas presiones varían a lo largo del día, siendo más alta al despertar y más baja a medida que se aproxima la noche. También cambia con la edad de la persona, aumentando con los años.
La hipertensión es un factor de riesgo para las enfermedades coronarias. Tener una presión elevada incrementa la posibilidad de sufrir un accidente cerebrovascular o un ataque cardiaco.
El coste de la hipertensión en España puede estimarse entre unos 960 y 1.260 millones de euros. Según el MInisterio de Sanidad y Consumo, la tasa de personas de entre 35 y 64 años afectadas por esta enfermedad alcanza el 20%.
Se considera que la presión es elevada en un adulto cuando la sistólica es de 140 mmHg o superior y la diastólica es de 90 mmHg o mayor. Sin embargo, si esta persona sufre de alguna patología coronaria o tiene otros factores de riesgo, una cifra superior a 130/85 mmHg ya se considera alta. La presión se mide en milímetros de mercurio (mmHg). En primer lugar se pone la sistólica y en segundo, la diastólica.
Las personas con hipertensión generalmente no tienen ningún síntoma que le indique que tenga esa presión elevada. En algunos casos los pacientes refieren cefalea, mareo y/o decaimiento.
Los hombres jóvenes y adultos son más propensos a la hipertensión que las mujeres, pero éstas, después de la menopausia, comienzan a tener la presión elevada y superan a los hombres en número.
La hipertensión puede perjudicar a varios órganos, como al riñón (puede darse insuficiencia renal), al ojo (pérdida de agudeza visual), al sistema nervioso (hemorragia cerebral, trombosis) y también al corazón (insuficiencia cardiaca, angina de pecho e infarto de miocardio).
Las causas que la producen, en la mayoría de los casos (un 90-95%), son desconocidas denominándose a ésta hipertensión primaria o esencial. En otros casos, la presión elevada se llama secundaria porque es consecuencia de otra patología. Las más frecuentes son las enfermedades renales, los trastornos hormonales, los anticonceptivos orales y otros medicamentos, el consumo excesivo de alcohol y el consumo de ciertas drogas.
Entre los factores que predisponen al desarrollo de hipertensión son los antecedentes familiares, el consumo excesivo de sal, la obesidad, el estrés y el tabaquismo.
Para diagnosticar a una persona como hipertensa se requiere haber tomado en tres ocasiones una tensión elevada en días distintos (la persona tiene que estar en reposo y tranquila, una condición necesaria para que el nerviosismo y el esfuerzo no aumenten las cifras). Mediante una exploración médica se intentará conocer la causa de la hipertensión y si existe algún órgano dañado por ella.
PREVENCIÓN
Se puede tomar medidas para prevenir su aparición:
- Mantener el peso controlado: cuando el peso aumenta, lo hace también la presión. Para perder peso es necesario consumir menos calorías de las que se queman. Sin recurrir a dietas extremas, lo mejor es elegir alimentos bajos en calorías y grasas y recurrir al ejercicio.
- Preparar o elegir comidas bajas en sal: generalmente la presión baja cuando se reduce su consumo. Se aconseja tomar no más de 3gramos diarios de sal. Hay que tener en cuenta que muchas comidas preparadas de fábrica llevan incorporadas sal con la que hay que contar, por eso se recomienda tomar alimentos frescos (carnes, pescados, verduras).
- Realizar ejercicio físico diariamente: la combinación de una dieta baja en calorías y grasas con el ejercicio consigue disminuir el peso corporal. El deporte ayuda a reducir el colesterol total y a bajar la presión sanguínea. Incluir el ejercicio dentro de la rutina diaria consigue disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluso una actividad ligera.
- Beber alcohol con moderación: consumir alcohol en grandes cantidades eleva la tensión arterial. Se recomienda no beber más de una o dos copas diarias.
Realizando estos consejos se puede prevenir la aparición de la hipertensión o disminuir sus cifras.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ TABACO
Los fumadores tienen un alto riesgo de padecer ciertas enfermedades derivadas del consumo de tabaco. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año se producen cuatro millones de muertes provocadas por el tabaco.
En España, según estimaciones realizadas en 1992, el tabaco fue responsable de 6.703 muertes por cardiopatía isquémica y 5.803 por enfermedad cerebrovascular. La bronquitis crónica, el enfisema pulmonar y los distintos tipos de cánceres del tracto respiratorio son, como otras muchas enfermedades, ocasionadas por el consumo del tabaco.
Fumar incrementa, por sí mismo, el riesgo de dañar el sistema cardiovascular y unido a otros factores el peligro es mucho mayor. Las mujeres que fuman y toman anticonceptivos tienen más probabilidad de sufrir un tromboembolismo..
El mecanismo por el que estas enfermedades aparecen o se incrementan es porque la nicotina aumenta la agregabilidad plaquetaria, el colesterol y los triglicéridos en sangre. Esto favorece la aparición de aterosclerosis, con ella las arterias se vuelven menos flexibles y existe la posibilidad de rotura produciéndose una hemorragia.
El monóxido de carbono también provoca agregabilidad plaquetaria y aumenta el colesterol en sangre. Por este motivo, fumar cigarrillos ‘light’ no disminuye el riesgo de enfermedades, pues el fumador suele inhalar más humo para compensar la dosis menor de nicotina con lo que aumentará el monóxido de carbono aumentando los problemas que él ocasiona. El tabaco también estimula la coagulación sanguínea con el consiguiente riesgo de trombos dentro del torrente sanguíneo.
La nicotina favorece los espasmos coronarios debido a que se estimula la liberación de dos hormonas (la adrenalina y la noradrenalina) que pueden originar una angina de pecho. Con ella se aumenta también la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea. Los fumadores suelen sufrir más número de infartos y a una edad más temprana que los no fumadores. La incidencia de la enfermedad coronaria es el triple en ellos. Por otro lado, hay una probabilidad cuatro veces mayor en los consumidores de tabacode padecer alguna enfermedad periodontal.
Unido a otros factores de riesgo, sus consecuencias se multiplican. Es más difícil el control de la hipertensión cuando la persona fuma. El colesterol LDL o ‘malo’ aumenta en sangre debido al tabaco, mientras que el HDL o ‘bueno’ disminuye.
Los enfermos coronarios que siguen fumando tienen mucha probabilidad de recaer en la enfermedad previa o de tener otro tipo de complicaciones como infarto, ictus, insuficiencia cardiaca, etc.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ OBESIDAD
Según la OMS, más de 1.000 millones de personas adultas en todo el mundo tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas. Este problema, al que ya se conoce como ‘la epidemia del siglo XXI’ podría acabar en los próximos años con la vida de millones de personas si no se toman las medidas oportunas. El exceso de peso está íntimamente asociado con enfermedades crónicas como dolencias cardiovasculares, hipertensión, diabetes o ciertos tipos de cáncer.
El sobrepeso es, por sí mismo, un elemento de riesgo cardiovascular. Pero además, es un claro desencadenante de otros factores de problemas coronarios como son la hipertensión, la hiperlipemia o la diabetes. Esta conjunción provoca, por tanto, un aumento considerable en las posibilidades de que nuestro corazón sufra.
Existen tres tipos diferentes de obesidad:
- HOMOGÉNEA: La grasa se acumula por igual en todas partes del cuerpo. No predomina en ninguna de ellas.
- GINOIDE: La grasa tiende a acumularse en la cadera y las extremidades inferiores.
- ANDROIDE: El exceso de grasa se localiza, sobre todo, en la cara, el pecho y la zona del abdomen.
Una buena medida para saber si nos sobran kilos es calcular nuestro Índice de Masa Corporal (IMC), que se halla dividiendo nuestro peso en kilos por el cuadrado de nuestra altura en metros. Si la cifra resultante es inferior a 18,5 nuestro peso será demasiado bajo. Si se sitúa entre 18,5 y 24,9, estaremos en nuestro peso ideal. Si, por el contrario, la cifra supera los 25 ya estaríamos en sobrepeso; mientras que las cifras superiores a 30 ya indicarían la presencia de una obesidad.
Sin embargo, últimas investigaciones indican que el IMC no es una buena forma de predecir el riesgo coronario y que existen otros indicadores más fiables. La circunferencia de la cintura o la relación entre cinturta y cadera parecen incidir directamente en el riesgo cardiovascular. Por tanto, aquellas personas que padecen una obesidad de tipo androide tienen más posibilidades de sufrir un problema coronario.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ DIABETES
La insulina es una hormona que se genera en el páncreas cuya función primordial es permitir que las células de nuestro organismo obtengan la glucosa que circula junto a otros nutrientes por la sangre.
Cuando aumenta la presencia de glucosa en la sangre, el páncreas incrementa su actividad para producir más insulina y favorecer así la captación de la glucosa por parte de las células.
Sin embargo, en algunas ocasiones, este proceso no se realiza adecuadamente y, o bien nuestro organismo no segrega la suficiente insulina, o bien ésta hormona no es identificada correctamente por nuestras células, por lo que su acción no es efectiva.
En estos casos el nivel de glucosa en la sangre aumenta y aparece la enfermedad que conocemos como diabetes.
Hay dos formas de diabetes:
TIPO 1
Este trastorno suele tener un origen genético y normalmente se desarrolla en la infancia o en la adolescencia. Se produce como resultado de una lesión del páncreas que provoca la destrucción de las células que producen insulina. La generación de esta hormona en estas personas es, por tanto, nula y se hace necesario su administración externa para evitar un exceso de glucosa en la sangre.
TIPO 2
Es mucho más frecuente que la diabetes tipo 1 y se desarrolla habitualmente en la edad adulta. En esta enfermedad intervienen dos factores:
- Por un lado, una disminución en la producción de insulina. Los enfermos que padecen esta enfermedad no pierden por completo su capacidad de producir insulina, por lo que no dependen al cien por cien de su administración externa.
- Por otro, se da un mal funcionamiento de la insulina. Esta causa se da principalmente en personas obesas. La insulina no funciona bien ya que el sobrepeso le impide ejercer su función en músculos, hígado y grasa y deteriora el paso de la glucosa a la sangre. Varios factores favorecen el desarrollo de esta enfermedad:
- OBESIDAD: El sobrepeso es una de las principales causas del desarrollo de la diabetes en la edad adulta. Los kilos de más impiden que la insulina realice su función, aunque nuestro cuerpo la esté produciendo en cantidades suficientes.
- SEDENTARISMO: El ejercicio favorece la labor de la insulina. Por tanto, unos hábitos de vida sedentarios dificultan el adecuado funcionamiento de esta hormona.
- OTROS FACTORES: El estrés, los traumatismos, enfermedades virales, etc, también han sido señalados como causas desencadenantes de la diabetes.
Un control inadecuado de la diabetes provoca una excesiva acumulación de glucosa en sangre (hiperglucemia). Este trastorno provoca la formación de aterosclerosis en las arterias y el mal funcionamiento de los vasos sanguíneos. Si no se toman las medidas adecuadas para su tratamiento, los enfermos de diabetes padecen un riesgo cardiovascular mucho mayor que una persona sana.
Un trastorno previo a la diabetes es el ‘síndrome de resistencia a la insulina’. Se trata de un desorden que hace que la glucosa se metabolice con dificultad, lo que obliga al páncreas a aumentar la producción de insulina. A causa de esto, se eleva la presencia de esta hormona en la sangre. El exceso de insulina en la sangre provoca la subida de la tensión arterial y, además, facilita la creación de ateroma en las arterias.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ SÍNDROME METABÓLICO
El síndrome metabólico se ha convertido en un campo de batalla o mejor en un pastel todavía sin repartir entre cardiólogos, endocrinos, internistas y generalistas. La prevalencia de este nuevo síndrome que abarca a más del 80% de la población adulta es tal que las compañías farmacéuticas se frotan las manos ante tamaño regalo.
Este síndrome describe la combinación de algunos de los factores de riesgo cardiovascular más importantes como la hipertensión, la obesidad centrípeta, la resistencia a la insulina o la hipercolesterolemia.
En este momento se esta trabajando en un comprimido que combine varios fármacos que controlen estos factores de forma simultánea incluido uno que reduce la obesidad y el apetito, algo así como el secreto de la eterna juventud o la píldora de la felicidad.
RIESGOS CARDIOVASCULARES SEDENTARISMO
La actividad física que antaño era necesaria para desarrollar las labores en casa y en el trabajo ha disminuido mucho en los últimos años. Según algunos estudios, en los países más desarrollados entre el 60 y el 85% de los adultos no practican suficiente ejercicio para mantener sano su organismo.
Cuando una persona practica un ejercicio, los músculos y huesos de su cuerpo se adaptan con su sistema respiratorio y circulatorio para aumentar la capacidad física de su cuerpo. La actividad en todas las edades es beneficiosa tanto para la salud física como mental.
Hacer ejercicio habitualmente permite, entre otras cosas, reducir la presión sanguínea, y los niveles de colesterol y triglicéridos. Además, ayuda a controlar la ansiedad y los efectos del estrés.
También está demostrado que contribuye a controlar la diabetes y el exceso de peso y ayuda a mantener flexibles las arterias y los vasos sanguíneos. Por tanto, una persona sedentaria tiene más riesgo de desarrollar aterosclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ ESTRÉS
Su efecto en el aparato circulatorio no es tan grave como el de la hipertensión o la hiperlipemia; pero, sin embargo, el estrés también es un desencadenante de problemas coronarios a tener en cuenta. Sobre todo, si se encuentra acompañado de otros factores de riesgo. De este modo, una persona hipertensa con altos niveles de colesterol y triglicéridos correrá más riesgo de padecer un infarto si, además, está sometida habitualmente a situaciones de ansiedad o estrés.
Cuando una persona sufre una situación de estrés aumenta su presión arterial y su necesidad de oxígeno. Además, también se incrementa la presencia de adrenalina, una hormona que también contribuye a aumentar la tensión arterial. Todo ello, favorece el incremento de posibilidades de padecer un problema cardiovascular.
Por otro lado, el estrés también puede contribuir a la coagulación de la sangre, favoreciendo la formación de un coágulo. Estos trombos pueden llegar a obstruir por completo alguna arteria provocando un ataque al corazón.
Del mismo modo, un estado de depresión también conlleva asociado un aumento en el riesgo de padecer enfermedades coronarias. Probablemente, esta relación tiene mucho que ver con la tendencia a practicar hábitos de vida no saludables que tienen las personas que están deprimidas. Es frecuente que una persona deprimida acuda al tabaco, el alcohol o a un exceso de comida para intentar paliar su malestar.
RIESGOS CARDIOVASCULARES \ FACTORES GENÉTICOS
Muchas enfermedades cardiovasculares son hereditarias. Además, factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión o la obesidad también pueden transmitirse a través de los genes.
Numerosos estudios también han puesto de manifiesto que determinados grupos étnicos tienen mayor tendencia a desarrollar enfermedades cardiovasculares. Por ejemplo, varios trabajos han demostrado que las personas de raza negra suelen presentar mayores problemas de hipertensión que los caucásicos; por lo que tienen más riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.