Irak: El primer ministro llama a la unidad, mientras kurdos y chiíes celebran la ejecución de Sadam

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El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, llamó hoy a la unidad de todos los iraquíes, mientras se repiten las escenas de alegría en las ciudades chiíes y kurdas de Irak tras la ejecución hoy del ex presidente de Irak, el suní Sadam Husein.

Intensos disparos al aire en señal de alegría por la ejecución de Sadam se escucharon en las ciudades y distritos de mayoría chií, una vez que se conoció que el ex dictador había sido ahorcado poco después de las 06.00 hora local (03.00 GMT).

Las televisiones iraquíes difunden canciones patrióticas, celebraciones espontáneas y manifestaciones de júbilo en distintas ciudades acompañadas con distintas imágenes de personas torturadas y de fosas comunes halladas en Irak tras el derrocamiento del régimen del ex dictador, en abril del 2003.

El único acto de violencia que se ha producido tras el ahorcamiento de Sadam ha tenido lugar en la ciudad chií de Kufa, a 180 kilómetros al sur de Bagdad, donde el estallido de un coche bomba en un mercado causó al menos 30 muertos y 45 heridos.

En Bagdad se escuchan disparos al aire en barrios chiíes como Al Kadimiya y al Sadr, en el este, este último baluarte del llamado «Ejército de Al Mahdi», leal al clérigo radical Muqatada al Sadr.

En las provincias de Basora y Diwaniya, cuyos habitantes son en su mayoría chiíes, centenares de personas han salido a las calles para disparar al aire y repartir dulces.

Por el contrario, en los barrios y ciudades suníes no se ha registrado esta mañana ninguna reacción popular sobre la ejecución de Sadam, y solo se escuchaban los gritos de «Alahu Akbar» («Dios es el más grande») desde las mezquitas, con ocasión del inicio de la fiesta musulmana de Eid al Adha (sacrificio).

La comunidad chií, que representan más del 60 por ciento de la población iraquí, de unos 24 millones de habitantes, fueron oprimidos por el derrocado régimen basista suní de Sadam Husein, que gobernó el país con mano de hierro durante más de dos décadas.

Los chiíes, que ahora controlan el Gobierno, la policía y el Ejército, acusan al régimen de Sadam de haber matado a decenas de miles de miembros de esa comunidad, especialmente tras la revolución chií de 1991.

Tras la ejecución, las autoridades iraquíes impusieron el toque de queda en Tikrit, la ciudad natal de Sadam, así como en varias localidades cercanas.

Según fuentes policiales iraquíes, el toque de queda en Tikrit, a unos 170 kilómetros al norte de Bagdad, durará cuatro días, en previsión de posibles disturbios o atentados en represalia por la ejecución de Sadam.

Mientas tanto el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, instó a los seguidores de Sadam Husein a que «revisen sus posturas y se unan al proceso político de Irak», y aseguró que su muerte supone «pasar una página negra de la historia de Irak».

En un comunicado oficial, Al Maliki insistió en que el ahorcamiento del ex mandatario iraquí «quizá suponga el final de las apuestas para volver a un régimen dictatorial gobernado por un partido único».

Asimismo, Al Maliki rechazó la idea de que la decisión de su ajusticiamiento hubiera respondido a razones políticas, y agregó que los jueces iraquíes son conocidos por su «neutralidad y capacitación».

El primer ministro iraquí aseguró que «deja las puertas abiertas a todos los que no tienen las manos manchadas de sangre de inocentes para que participen en el proceso de reconstrucción de un Irak para todos los iraquíes, sin excepciones ni discriminación».

«El nuevo Irak no será gobernado por un solo partido o un sólo credo», señaló Al Maliki en el comunicado, en el que se precisó que Sadam fue ejecutado en la cárcel de «Al Adala» («La Justicia»), en el barrio de Al Kazamiya.

La misma postura fue expresada por el consejero de Seguridad Nacional iraquí, Muafaq al Rubeí, que pidió a los iraquíes, «sean suníes, chiíes y kurdos» que «se unan y se olviden de sus divergencias».

Al Rubeí, que estuvo presente en la ejecución de Sadam, agregó que «lo más importante es que se ha acabado un capítulo oscuro en la historia de Irak».

Sadam Husein, condenado a muerte el pasado 5 de noviembre, fue ejecutado en la horca sobre las 6.00 hora local (3.00 GMT), cuatro días después de que la sentencia en su contra fuera ratificada por el Tribunal de Casación, en la sede de la antigua dirección de la inteligencia militar iraquí en el barrio de Al Kazamiya, en el centro-norte de Bagdad.