Como en el recital anterior de La Renga en la provincia, el agua fue participante natural de una celebración de rock duro. Canciones empapadas bajo el cielo del desengaño.
Desde el minuto cero del show, Tete, el bajista de La Renga, salta, baila y camina el escenario con una agilidad de un bailarín clásico. A partir de ese momento, casi el mismo en que salen a escena, el hombre de la barba rasta y el jardinero gastado marcará el pulso y el ritmo del show. Responsabilidades son responsabilidades.
Uno de los secretos por el que La Renga construyó su éxito caminito al costado del mundo es el respeto que le debe a su público, siempre. La banda sale a tocar a horario, la seguridad trata bien a los pibes, el sonido y el vestuario es el mismo en todos lados. Todo por expreso pedido de los músicos.
Con ese buen trato y el corazón sangrando, suplen algunas deficiencias musicales que no le impiden ser la banda de rock duro más grande de la historia del rock nacional.
Los casi cuatro mil chicos que, torso desnudo, pose desafiante a la lluvia, buscan imitar la voz de dragón herido de Chizzo hacen de El Ave Fénix un templo pagano donde no se adoran estilos sino actitudes. Y con eso les alcanza.
El show del pánico comienza con “Panic show” pegado con “A tu lado” y la primera piña, la que deja al espectador turbado y desconcertado, ya está dada. Entonces es el tiempo de introducir algunos temas de Truenotierra, el disco más reciente de la banda, el disco más oscuro de la banda.
Son seis las canciones de ese disco presentes en San Luis. El recorrido empieza con el denso “Montaña roja”, una de las realizaciones que guía Truenotierra, y sigue con “Cualquier historia”, “Mujer del caleidoscopio” (con un sistema de luces que imita el efecto visual) y “Ruta 40”.
Cuando llega “La boca del lobo”, la escenografía se transforma: a los costados del escenario dos enormes mamíferos inflables y con colmillos amenazan con comerse a alguien, mientras el trío expone el momento más alto del recital. Ellos lo saben bien: lobo suelto, cordero atado.
Lo más sorprendente de las dos horas y media de hard rock es la versión dub de la lisérgica “Paja brava”, con flautín y una tríada de vientos que no participa mucho en el resto de los temas.
Hasta que llega el elemento que parece infaltable en un recital rengo en San Luis: la lluvia. Como en octubre de 2004, en el show anterior de la banda en la provincia, el agua se presenta, perjudica el sonido y hace que algunos abandonen el barco. Primero es llovizna. Durante el mismo tema es lluvia declarada. Y en sólo tres minutos es diluvio.
Para entonces, el trío de Mataderos ya había dejado una buena parte de su repaso histórico: “En el baldío”, “Al que ha sangrado”, “El viento que todo lo empuja”, “Veneno”, “El ojo del huracán”, “El rey de la triste felicidad”, “Lo frágil de la locura” y “Bien alto”. El set todavía en seco explica porqué “La esquina del infinito” y “Despedazo por mil partes” son los discos más exitosos de la banda.
En el último tramo, la seguidilla vuelve sobre los clásicos, mojados de una señal heroica bajo la lluvia. A esa altura, Tete sigue siendo el frontman que Chizzo desde la voz no quiere ser. El bajista acumula remeras, banderas y vinchas que le tiran desde la tribuna y las cuelga en el pie del micrófono.
Como pobres himnos, “Triste canción de amor” y “Voy a bailar a la nave del olvido” funcionan como links de los primeros discos. Y “Revelde” —junto con “La guitarra” de los Decadentes la canción que mejor representa el espíritu joven de la década pasada— juega a la identificación adolescente. Quedan “Hablando de libertad”, “La razón que te demora”, uno de los pocos del excelente “Detonador de sueños”, y “La balada del diablo y la muerte”, rebautizada en San Luis por la lluvia que obliga a esquivar charcos.
Teloneros sanluiseños
Alissiafranka y Hamelyn actuaron en la previa del show de La Renga. Cada uno con su grupo de seguidores calentó el ambiente y dio paso al power trío.
Rock progresivo en Villa Mercedes
Rock fusión progresivo con aires setentosos se escuchará esta noche en el boliche Don Miranda de Villa Mercedes. El trío Témcrides se presenta en una nueva batalla por rescatar el estilo de bandas como King Crimson y Yes.
La agrupación instrumental se formó hace tres años y está conformada por Nicolás Rodríguez en guitarra, Mariano Marzari en batería y Gabriel Libro en teclado. La de hoy será su segunda presentación del fin de semana ya que anoche zaparon en un restaurante.
El próximo paso de Témcrides será la edición de su primer disco, que ya está en proceso de grabación.
El show de esta noche comienza a las 22:30 y la entrada cuesta diez pesos.
Nueve años de La Bandurria
La Bandurria, el conjunto folclórico de Santa Rosa, celebra su noveno aniversario con un espectáculo en el Club Social y Cultural Pringles, de su localidad.
Para la ocasión el grupo promete un escenario con un montaje poco inusual: “La luminaria y el sonido jugarán un papel destacado para sorprender a quienes vayan”, dicen. En el show, que será hoy a las 23, habrá invitados especiales, ferias de comidas y platos tradicionales.
La agrupación compuesta por Guillermo Alaniz, Fabián Moyano, Leonardo Alaniz, Luis Pettina y Guillermo J. Alaniz, ya tiene participaciones en eventos sociales y culturales en distintas provincias.