Serge Diaghilev, zar de la belleza
Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en octubre 22, 2006
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Aunque la cabezota de Diaghilev -desproporcionada, pese a su estatura- fue reproducida con frecuencia por pintores, escultores y caricaturistas del mundo entero, quizá nadie captó su personalidad como su compatriota, el gran pintor Valentín Serov, en lo que es tan sólo el boceto de un retrato nunca completado. Allí asoman la boca sensual, subrayada por leve bigote, los ojos melancólicos y penetrantes, el célebre mechón de pelo canoso que inserta una suerte de penacho inesperado en la espesa mata renegrida. Pero es el ademán de la mano derecha -en alto, sobre el brazo reclinado en un apoyo, a punto de recibir el peso de la cabeza-, en el acto de flexionar la muñeca y curvar los dedos, el que otorga carácter al retrato. Un gesto a la vez indolente y autoritario, el del director de orquesta al ordenar un ataque, el del jefe que no admite réplica pero podría atenuar la fiereza que ya se diluye en la mirada benévola. Es a partir de estas cualidades contradictorias como tal vez se entienda la condición de líder que caracterizó a este hombre múltiple.
Hijo de un oficial del ejército y de una dama noble, Serguei Pavlovich Diaghilev, nacido en Gruzino, provincia de Novgorod, el 19 de marzo de 1872, mostró desde niño predisposición hacia la música. Sus padres, en buena posición económica, lo enviaron a estudiar con Rimsky-Korsakov en el conservatorio de San Petersburgo, pero pronto el maestro enfrentó al discípulo con la realidad: carecía de dones para ese arte. El muchacho no se deprimió: no sería un músico profesional, pero la belleza sería su profesión. Con la gracia mundana un tanto displicente que le daría prestigio en los salones, explicaba: «Como tengo talento para muchas cosas, pero genio para ninguna, decidí promover el genio de los demás».
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