CÓMO FUE EL SHOW DE SHAKIRA EN CHILE : LA VIERON 52.000 PERSONAS

Huracán de pasión

 

Cantó en el Estadio Nacional de Santiago. Fue un show pleno de hits. Las chilenas gritaron por Antonito.

EN VIVO. Shakira desplegó toda su energía a través de sus hits y sus bailes árabes.

No suelo ir a muchos shows, exceptuando que sea alguno de Depeche Mode. Soy fanática de ellos y me doy cuenta, cuando voy y estoy ahí con la gente, viéndolos, que lo que más deseo es que toquen canciones como The World in my Eyes o Enjoy the Silence, los grandes éxitos, las canciones que me hicieron enamorarme de su música. Cuando ves los toros desde la barrera aprendes muchísimo: entonces me di cuenta de que tal vez eso es lo que esperan los fans de mí también. Muchos de ellos hacen un gran esfuerzo por asistir a los conciertos, y lo mínimo que le puedes dar a toda esa gente son tus éxitos, la música que más quiere oír, porque eso es lo que genera alegría en el show. Este show tiene esa particularidad: de principio a fin la gente parece gozar mucho, disfrutar.»

He aquí las explicaciones que Shakira da a la elección del repertorio de los shows de esta gira que, si bien se llama Fijación Oral Tour, sólo tiene algunas canciones de ese, su último disco en español, como La tortura o La pared. También hay alguna de Oral Fixation N. 2, como el hitazo Hips don’t lie. Pero la mayor parte de los noventa minutos del concierto está dedicada a repasar viejos éxitos, como Estoy aquí, Te dejo Madrid, Ojos así, Suerte, Pies descalzos, sueños blancos. Y la gente responde: el Estadio Nacional de Santiago de Chile, colmado por 52 mil personas, deliró con cada una de las canciones conocidas. La efervescencia era tal que antes del show, la gente intentó invadir el sector del campo en el que estaban ubicadas las plateas más caras; por suerte todo quedó en algunos apretujones.

Shakira despliega sus conocidos recursos danzarines: ese increíble movimientos de pechos (¿cómo lo hace?), el contoneo de caderas, los pasos robóticos. Y los espectadores (en su mayoría nenas y adolescentes con sus padres) deliran. La colombiana hace cinco cambios de vestuario: el más impactante es un vestido rojo que la hace lucir como una sacerdotisa, y está armado de tal modo que puede desplegar las mangas a modo de alas.

No todo es grandilocuente: los temas melancólicos, lentos, (Antología, Inevitable, No) los interpreta a la manera de un unplugged, en un clima de cercanía con el público. Uno de estos es Día de enero, claramente dedicado a su relación —que ya lleva seis años— con Antonio de la Rua (esa letra que dice «y aunque hayas sido un extranjero en tu propio país, si yo te digo cómo dices , tú aún dices qué decís/ y lloras de emoción oyendo un bandoneón»). Apenas mencionó la palabra «enero» cuando explicaba que iba a cantar esa canción, las fans explotaron: «¡Antonio! ¡Antonio!». Es de suponerse que aquí la reacción a ese tema no sea tan cálida. ¿Lo cantará?