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Lluvia de estrellas fugaces (Leónidas) el 17 y 18 de noviembre, ¡Miren al cielo! ¡Ya vienen!

Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en noviembre 18, 2006

No son naves espaciales, pero vienen del espacio exterior y son muchas, muchísimas. Es la más importante lluvia de estrellas y se podrá ver los días 17 y 18 de noviembre. Su nombre es Leónidas (pues parecen venir de la constelación de Leo).

El fenómeno será visible desde América, por lo que conviene prepararse para el espectáculo. No es necesario contar con telescopio ni binoculares (aunque los se recomienda que los ojos estén bien habituados a la oscuridad). «Según estimaciones llevadas a cabo por la Agrupación Internacional de Observadores de Meteoros (International Meteors Observers – IMO), la lluvia presentará dos grandes picos de actividad: uno entre las 4.50 y las 5.30 (hora argentina) del día 17 de noviembre, y el otro a las 0:40 del día 18 de noviembre», explicó un entendido de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de La Plata, en respuesta al mail de una interesada. La lluvia llegará por el Este y significará la caída de miles de fragmentos por hora en los momentos pico, algunos no mayores que un grano de arroz. La luna estará en cuarto creciente, así que no molestará.

Si se están preguntando de dónde viene tanta materia sideral, entonces es hora de presentarles al cometa Tempel-Tuttle que, con admirable regularidad, nos deja cada noviembre un poco de su nube de polvo y hielo. De hecho, los primeros registros datan del 12 al 13 de noviembre de 1833, y los que lo vieron en el continente americano creyeron que era el Día del Juicio Final. Se han realizado observaciones en el ´98, en el ´99 y en el 2000 con razonable éxito. Y digo que fueron exitosas porque, durante 1999, por primera vez los científicos pudieron prever los picos máximos de una lluvia de estrellas con un error menor al minuto… Experiencia que ahora sirve para que nosotros nos sentemos en una terraza (si es oscura, mejor), nos apaciguemos con una balada en el walkman, miremos al cielo y pidamos varios miles de deseos.

Encontrarán material muy interesante sobre Leónidas 2001 en:

http://www.infoastro.com/

http://www.astrored.org/observ/leonidas2001.html

http://comets.amsmeteors.org/meteors/showers/leonids.html (inglés)

 

Historia de las Leónidas

12 nov 2001 – Si tomáramos en serio el Apocalipsis de San Juan, el mundo moderno debió desaparecer alrededor del año 1833.
En noviembre de ese año, una increíble lluvia de estrellas cubrió todo el cielo, cundiendo el pánico entre la población mundial. Dicho fenómeno, conocido como las Leónidas, se ha venido repitiendo desde entonces cada 33 años, aunque no con la misma intensidad. La noche del 17 al 18 de noviembre de 2001 es la próxima cita.

Historia

La historia de esta tormenta de estrellas fugaces va muy ligada al descubrimiento de la naturaleza del fenómeno. La noche del 12 al 13 nov 1833 una inusual actividad de meteoros (o estrellas fugaces) pudo obervarse desde América. Poco después de la puesta de sol se contempló una gran cantidad de meteoros. La actividad fue creciendo paulatinamente y tuvo su máximo nivel poco antes de la salida del sol, la madrugada del día 13. En ese momento, los meteoros inundaron todo el cielo, ofreciendo un espectáculo único y terrorífico para las gentes de la época. Agnes Clerke: «En la noche del 12 al 13 de noviembre de 1833 una tempestad de estrellas fugaces cayó sobre la Tierra. Todo el cielo estaba surcada de trazos y de majestuosos bólidos que iluminaban el cielo. En Boston, la frecuencia de los meteoros se estimó como la mitad de los copos de nieve que se ven en una fuerte tormenta».
Aquella noche, muchas personas creyeron que había llegado el Día del Jucio Final. El hecho conmocionó a las gentes de aquella época. No en vano el historiador estadounidense R.M. Devens tenía en su lista a esta tormenta entre los eventos más importantes de EEUU. Devens escribió que «durante las tres horas del suceso, se creyó que el Juicio Final esperaba sólo a la salida del Sol y, aún muchas horas después del cese de la lluvia, los supersticiosos creían que el Día Final llegaría en sólo una semana». Este relato parece trasladarnos en el tiempo a las épocas de la Edad Media. Joe Rao afirma que para los EEUU la tormenta de las Leónidas de 1833 supuso una revitalización del fervor religioso que desde entonces y hasta nuestros días se han arraigado en forma de sectas.
Pero el Apocalipsis de San Juan no se llegó a cumplir. ¿Cual era el origen real de los meteoros? Algunos periódicos se aventuraron a publicar algunas hipótesis. El diario Charleston Courier, por ejemplo, afirmaba que las estrellas fugaces eran gases, como el hidrógeno, que procedentes del Sol se incendiaban en la atmósfera debido a la electricidad o por la acción de partículas fosfóricas. El United States Telegraph de Washington (EEUU) tenía su propia teoría: «El intenso viento del Sur de ayer ha podido encontrarse con una masa de aire electrificado, que, debido al frío de la mañana, hizo descargar sus contenidos sobre la tierra».

Una mirada crítica a nuestra sociedad atea, Erik Arnesen (Oslo).

Como hemos visto, en 1833 era creencia común que las estrellas fugaces eran fenómenos atmosféricos y de ahí su nombre de meteoros. Pero la obstinación científica de un profesor de la Universidad de Yale, puso luz sobre la naturaleza de las estrellas fugaces. Después de varios meses de intenso estudio, en 1834 Denison Olmsted publicó sus conclusiones. Constató que en el año 1832 se había visto una actividad algo más alta de lo normal, tanto en Europa como Medio Oriente, pero en 1833 sólo se había visto la tormenta de meteoros desde la parte oeste de EEUU. A partir de sus propias observaciones, calculó el punto celeste de donde parecían radiar los meteoros de la tormenta, situándolo en la constelación de Leo. Denison, acertadamente, concluyó que las estrellas fugaces provenían de una nube de partículas situada en el espacio.

La expectación surgida en los entornos astronómicos a partir de la tormenta de las Leónidas de 1833, instó a la revisión de los registros astronómicos de siglos anteriores. Resumiendo todos los datos disponibles hasta 1837, Wilhelm Olbers determinó el periodo de las tormentas de Leónidas en 33-34 años, prediciendo un nuevo máximo en 1866. Y mientras se acercaba esa fecha, nuevos datos iban apareciendo gracias a la labor de investigación histórica. Salieron a la luz observaciones de la tormenta en los años 585, 902, 1592 y 1698. Llegado el año de 1866, y tal como había predicho Olbers, la tormenta de las Leónidas mostró tasas de actividad máximas de 17.000 meteoros por hora. En 1867 también se tuvo gran actividad, de 6.000 meteoros/hora. Otra fecha para recordar en la historia de la astronomía es la del 19 de diciembre de 1865. Ese día un astrónomo francés, Ernst Tempel, descubrió un cometa de moderado brillo en la Osa Mayor. Semanas más tarde, el Horace Tuttle desde EEUU realizaba un descubrimiento independiente del cometa. Dos años más tarde los astrónomos pudieron calcular la órbita del cometa Tempel-Tuttle y compararla con las de las partículas de las Leónidas. Varios autores, entre los que se encuentra Giovanni Schiaparelli, se dieron cuenta de la similitud de las trayectorias en torno al Sol de los meteoros y del cometa. Final y acertadamente determinaron que la «nube espacial» de Denison era producida por el cometa P/Tempel-Tuttle. Ahora conocemos que la Tierra cruza por la nube de materia dejada por el cometa Tempel-Tuttle cada año hacia el mes de noviembre, produciendo una actividad baja de sólo 50 meteoros/hora. Para que se produzca una actividad muy alta (tormenta) el cometa debe estar situado cerca de la Tierra, algo que ocurre cada 33 años. Dependiendo de la cercanía del cometa con la Tierra se producirá mayor o menor actividad. Por esa razón, en algunas tormentas previstas se han observados unos pocos cientos meteoros por hora y en otras ocasiones decenas de miles.

Por otra parte, los investigadores han revisado los archivos en busca de registros históricos del cometa Tempel-Tuttle y han encontrado gratas sorpresas. La más antigua de las observaciones corresponde a los chinos y japoneses en el año 1366, quienes lo situaron en la constelación de la Osa Mayor. 333 años después, G. Kirch desde Guben (Alemania) observó al Tempel-Tuttle el 26 de octubre. La tormenta ha tenido sus más y sus menos desde 1865. En vista de la gran actividad registrada en noviembre de 1898, con más de 200 meteoros por hora, los astrónomos esperaban contemplar una gran tormenta al siguiente año y así lo difundieron a bombo y platillo en los medios de comunicación. Pero llegado el mes noviembre de 1899 tan sólo se contemplaron entre 50 y 100 meteoros por hora, produciendo una profunda decepción del público. Para sorpresa de propios y extraños, en los cuatro años posteriores la actividad de las Leónidas fue inexplicablemente alta. En 1901 se vieron no menos de 7.000 meteoros/hora; en 1902, 400; y en 1903, unas 200 estrellas fugaces cada 60 minutos.

Las Leónidas aterrorizaron a las gentes de todo el mundo. NASA-ARC.

El 17 nov 1966 es una fecha mágica para muchos de los observadores de meteoros que tuvieron la suerte de contemplar el cielo. Durante las horas anteriores al máximo, se veían 30 meteoros a la hora. Luego 200. Luego 30 por minuto. ¡Luego cientos por minuto! ¡¡Y después 40 por segundo!! En algunos pueblos la gente corría a refugiarse en el interior de sus casas. Dennis Milton, desde el observatorio Kitt Peak en EEUU, afirmó «Su número era tan grante que nos preguntábamos cuantos se verían en un segundo si abríamos y cerrábamos los ojos al mirar sobre nuestras cabezas… una tasa de 150.000 meteoros por hora se observó durante 20 minutos». Otros observadores estimaron entre 200.000 y un millón el número de estrellas fugaces observadas.

¿El día del Juicio Final?

Dado que las partículas, mayormente microscópicas, de la nube cometaria del Temple-Tuttle no se desintegran hasta los 100 km de altura, los satélites artificiales estarán expuestos a un bombardeo interplanetario. Las partículas que forman parte del enjambre de las Leónidas poseen unas de las velocidades geocéntricas más altas de todas las lluvias de estrellas fugaces conocidas. Aunque la mayor parte de estas partículas son micrométricas, algunas pueden tener entre gramos o kilos de masa. Teniendo en cuenta que cada meteoroide se acerca a nuestro planeta a 255.000 km/h, un pequeño grano de arena leonil podría destrozar con facilidad cualquier ingenio humano en órbita.

Fotografía del máximo de las Leónidas de 1966. Se puede observar claramente el efecto del radiante: todos los meteoros proceden de la constelación de Leo. NASA-ARC.

Lejos de estar realizando un comentario oportunista, a principios de este año se celebró un congreso dedicado especialmente a esta problemática. William Ailor, de Aerospace Corporation, compareció en la Cámara Baja estadounidense para comentar las recomendaciones que se han realizado a los responsables de satélites artificiales en previsión del máximo de las Leónidas. Durante el periodo del máximo, los controladores de satélites deben estar sobre aviso y comprobar la salud del satélite de forma frecuente. Para evitar daños, se deben orientar los satélites para que los instrumentos sensibles y así queden fuera de la trayectoria de las partículas. Finalmente, en caso de fallo, es mejor tener a mano los planes de contigencia. Por si fueran pocas las precauciones, las misiones tripuladas de la lanzadera espacial han sido pospuestas para fechas posteriores.

Otros datos de interés sobre los meteoros

Existe una gran confusión entre el significado de vocablos de similar fonética. Un meteoro no es ni más ni menos que la denominación en círculos astronómicos de las bien conocidas estrellas fugaces. Las estrellas fugaces son pequeñas partículas de cometas y asteroides que han estado vagando por el espacio hasta que la Tierra se encuentra en sus camino y caen a la atmósfera. Por fricción, estas partículas se desintegran, produciendo el rastro luminoso que identificamos como meteoro o estrella fugaz. Cuando los meteoros son muy brillantes se les denomina bólidos, los cuales ya suelen tener algunos gramos de peso. E incluso, cuando son muy masivos -del orden de algunos kilogramos- no se consumen del todo en su entrada a la atmósfera de nuestro planeta y logran impactar en el suelo o caer en el agua. Es cuando se les llama meteoritos. El interés de la observación de meteoros, es que están asociados a los cometas. Cuando un cometa, de órbita elíptica o circular, regresa una y otra y otra vez al Sistema Solar interior, dando vueltas alrededor del Sol, con el material que emite y que identificamos con su cola, logra formar un tubo meteórico. Los tubos meteóricos son como cañerías de polvo cometario que circunscribe a la órbita del cometa generador, más denso cuanto más cercano esté el cometa. Cuando alguna parte de la órbita del cometa se corta con la órbita de la Tierra, en la época en que nuestro planeta lo cruce se tragará las partículas del tubo meteórico que encuentre en su camino. Por una cuestión de perspectiva, similar a la del efecto del hiperespacio en Star Trek o la Guerra de las Galaxias, un observador en la Tierra ve cómo las estrellas fugaces parecen radiar de un mismo punto (si pertenecen a ese tubo meteórico, en una noche pueden haber varias lluvias de meteoros activas). Éste efecto es sólo evidente si dibujamos las estrellas fugaces que observamos en lluvias con gran actividad. Con nuestras observaciones de estrellas fugaces podemos llegar a determinar la órbita original del cometa que las genera y hasta su composición.

 

Introducción:

La Tierra está continuamente bombardeada por pequeñas rocas del espacio, que van de tamaños de menos de la cabeza de un alfiler hasta grandes rocas. Casi todas se vaporizan en la atmósfera creando una estrella fugaz.

En verde la orbita del Tempel-Tuttle. Estan representadas las orbitas

de Mercurio hasta la de Marte.

A veces, cuando nuestro planeta cruza la zona donde pasa habitualmente un cometa, se produce una gran caída de rocas que fueron expulsados del cometa hace mucho tiempo. Eso hace que se produzca una gran caída de estrellas fugaces, provenientes del mismo lugar del cielo. Se las llama ‘lluvias de meteoros’. El punto desde donde se ven provenir las estrellas fugaces se llama ‘radiante’. Como la Tierra pasa anualmente por los mismos lugares de su órbita, las lluvias se producen practicamente en las mismas fechas.


La Lluvia de las Leonidas.

Una de las principales lluvias es la que proviene de la constelacion del Leon, en el mes de Noviembre.

 

Se desarrollan entre el 14 y 21 de noviembre, con un maximo normalmente el 19 de noviembre. Son meteroros rapidos (promedio 71 km/seg), y parecen provenir de cerca de Regulus y la cabeza del Leon. Igualmente pueden observarse lejos, hasta la constelacion de Orion por ejemplo.

 

De todas maneras para observarlas correctamente es necesario alejarse de las ciudades, a cielos oscuros.

El cometa asociado y que le da origen es el Tempel-Tuttle. Es un cometa intrínsecamente débil y típicamente poco espectacular, que se ha observado solamente en algunas apariciones sobre los últimos 600 años. Su aparición más reciente fue en 1998, cuando alcanzó el perihelio (minima distancia al Sol) el 28 de febrero. Según lo esperado, demostró poca actividad, y solamente una cola pequeña.

Sin embargo, una inspeccion mas detallada demuestra que este cometa es más interesante de lo que parece. Por la orientacion de su órbita, es un objeto que se acerca bastante a la Tierra. La aparición 1998 fue una de esas ocasiones, cuando el cometa pasó a 0,36 UA (50 millones de kilometros) de la Tierra el 17 de enero.

La lluvia de 1998, ha demostrado ser muy imprevisible. En esa oportunidad, la lluvia tuvo gran cantidad de ‘bolas de fuego’ muy brillantes (meteroros que entran en un angulo agudo en la atmosfera y rebotan, explotando). El pico de la lluvia ocurrió cerca de 15 horas delante del tiempo predicho, con un pico típico de cerca de 300 meteoros por hora.

El cometa 55P/Tempel-Tuttle, que genera la lluvia gira alrededor del Sol en 33 años (de hecho muy cerca de 3 por un siglo), generando un reguero nuevo de meteoros y del polvo cada vez que pasa. En el pasado ha producido las mas impresionantes lluvias, con caidas de 30 mil meteroros por hora.

¿Como estarán para el 2006?

La imagen siguiente proporciona una descripción de la corriente entera de meteoros de las Leonidas en la vecindad de la Tierra en noviembre de 2006. La línea representa la trayectoria de la tierra y cada grupo de puntos representa un rastro particular (es un mapeo en base a bservaciones de anteriores años).

Como puede verse: por lo menos puede haber un pico el 19 de noviembre, a las 4:58 TU (Longitud solar=236,624).

 

Tambien hay un pequeño pico  el 21/11.

 

Segun estos datos, habria una enorme cantidad de meteoros cayendo, pero las partículas consideradas aquí son más pequeñas que todos los pronósticos anteriores, y por lo tanto no son visibles a ojo desnudo.

 

Según los astronomos McNaught y Asher, sugieren que no debe esperarse nada espectacular, solo una lluvia similar a la de 1969, con unas 100 estrellas fugaces por hora.

 

Sin embargo otros trabajos marcan que la Tasa horaria podria llegar a 600. Habrá que observar ……

 

Abajo puede observarse una fotografia de la lluvia en 1999, donde claramente se marcan las constelaciones donde se pueden observar las estrellas fugaces.

Note que llegan hasta Orion, prácticamente a mas de 80 grados del radiante en Leo.

 

 

Espectáculo de Estrellas Fugaces  Recomendar el sitio a un amigo Opinar sobre este tema en los foros

La Tierra se mueve ahora a través de un espacio colmado de escombros cósmicos que podrían producir un insólito número de meteoritos nocturnos.


 

Una lluvia de estrellas fugaces

Los expertos aseguran que son fragmentos del cometa Halley que se derriten al entrar en la atmósfera. Invitación a un espectáculo para ver sin telescopio.

Pronóstico: Una lluvia de estrellas fugaces

Los expertos aseguran que son fragmentos del cometa Halley que se derriten al entrar en la atmósfera. Invitación a un espectáculo para ver sin telescopio.

Semanas ideales para los que piden deseos mirando al cielo. Los expertos pronostican que este fin de semana habrá una lluvia de estrellas fugaces. En realidad, este fenómeno, conocido como «las Oriónidas», arrancó hace dos semanas y recién terminará a mediados de noviembre, pero los momentos más intensos se verán desde las primeras horas de este sábado hasta el amanecer del lunes.

«Es una lluvia de estrellas fugaces que se observa mirando hacia las Tres Marías, en la constelación de Orión», informó a Télam el astrónomo Sergio Toscano, director-fundador del observatorio «Padre Adolfo Kolping» de la ciudad de Posadas.

«En esta fase más intensa se ven de 20 a 30 meteoritos por hora, siempre en el mismo sector del cielo y tomando la precaución de alejarse de la luminosidad de las ciudades», explicó Toscano.

Los fragmentos de hielo, roca y metal desprendidos del cometa cada vez que pasa cerca del Sol, se vuelven incandescentes y se incineran al entrar a una velocidad de unos 70 kilómetros por segundo en las capas superiores de la atmósfera, a 70 ú 80 kilómetros de altura. «El tamaño de las partículas determina la duración del destello: a más grande, dura más. También influye la composición», ilustró Toscano.

El especialista dijo que los bloques de hielo apenas producen un chispazo; en cambio los fragmentos rocosos metálicos más grandes pueden ofrecer un luminoso desfile de 20 a 30 segundos. «Los colores nos dan un indicio de su composición. Por ejemplo, una luz amarillo-anaranjada indica la presencia de cobre; el hierro genera un destello azulado», describió.

Toscano, porteño, de 63 años, astrónomo desde hace 38, formado en la Asociación Amigos de la Astronomía del capitalino Parque Centenario, dirige el observatorio Kolping desde su fundación, en 1985, con fondos de la privada «Asociación Familia Kolping», de Alemania.

La actual «lluvia de estrellas» es la tercera en magnitud de las 32 que se producen en el año, cuya existencia se debe a que la Tierra cruza los planos orbitales de 17 cometas, algunos ya desintegrados, todos los cuales han dejado «escombros» en su ruta.

La mayor, «las Leónidas», se observa a mediados de noviembre, hacia la constelación de Leo, y es usualmente descripta como una «tormenta de meteoritos» con mayor nitidez a partir de las 2, y siempre tomando del recaudo de alejarse de la luminosidad de las ciudades».

 

3 respuestas to “Lluvia de estrellas fugaces (Leónidas) el 17 y 18 de noviembre, ¡Miren al cielo! ¡Ya vienen!”

  1. karen said

    eso fue muy bueno verdad 🙂

  2. lisbeth said

    guaoooooooooooooooo……….
    ESTA PAGINA ESTA MUY INTERESANTE LOS FELICITO DE VERDAD ME GUSTO MUCHO PARA MI ES UN TEMA MUY IMPORTANTE Y NUTRITIVO

  3. vicky said

    Naci en Nov. de 1966 y esa anecdota de el cielo cayendo, ha sido un evento que me encauso a investigar que habia pasado en realidad, gracias por su articulo, es muy ilustrativo y fascinante.

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