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Si ustedes se deciden… me apunto para tirar a hostias esa infame muralla que le están poniendo los gringos”, se solidariza Sabina en su concierto en México

Posted by LA ARGENTINIDAD ...AL PALO en octubre 29, 2006

 

El hombre que se ha catalogado como un vividor y dice que le queda grande la palabra poeta, regresa después de cuatro años a tierra azteca para ofrecer su carismática presencia y su música inigualable, Joaquín Sabina.
A pesar del accidentado concierto por las fallas de sonido que lo sacaron de quicio e hicieron que aventara la guitarra en son de protesta, los asistentes se deleitaron con “Pájaros de Portugal” y “Malas compañías”
El hombre del traje gris arribó al escenario con sombrero, bastón y una valija. La velada inició con «Aves de paso», y tras una larga ovación, continuó con «Ahora qué.».
Con su buen sentido del humor y su característica lucha social el cantautor refrendó su cariño y su apoyo a México con la frase: “ustedes han sido tan generosos, me refiero a mi General Lázaro Cárdenas” y expresó su solidaridad “por si alguna vez se deciden a ir a tirar ostias a esa infame muralla que les están construyendo los gringos, yo voy también”.

Tras cuatro años de ausencia, Joaquín Sabina regresó a nuestro país para ofrecer un par de conciertos. Sin embargo el retorno no fue lo suficientemente dulce, ya que las fallas de sonido sacaron de sus cabales al cantante, quien de por sí ya lucía agotado desde un principio y con un físico que nada tiene que ver con el flaco aquel de las noches perdidas.
Con diez mil espectadores ansiosos del reencuentro, que llegaron en medio del caos vial y la lluvia, y muchos otros a las afueras del coso de Reforma tratando de conseguir una entrada con los revendedores, el concierto inició con “Aves de paso”.
Joaquín, serio como su mortuorio traje gris y bombín negro, apareció en el escenario en medio de un mar de aplausos, a juego con la escenografía. Un buque de vapor que se veía en medio del océano, en una noche que iluminaba las luces de los edificios de la ciudad construida detrás del baterista. Una urbe al estilo de los años cuarenta, con todo y automóvil circulando y un par de faroles que daban ambiente.
En medio ese que canta, el que alguna vez provocó la ira de los granaderos dentro y fuera del viejo Auditorio Nacional, eso fue en su primera visita, cuando todavía tenía energías para azuzar al grito de “mucha, mucha policía”. La noche del viernes, sus miles de seguidores lo recibieron de pie, emocionados, algunos con lágrimas en los ojos. Pero en un recibimiento que a todos dejaba atónitos al ver a su ídolo con barba canosa, con movimientos cuidadosos, como procurando no romperse, con la cara hinchada y el entrecejo de tanto en tanto fruncido.
Pero esa Sabina, el que cantó “Mentiras piadosas” y dijo que e sigue dando miedo tocar en el Auditorio, El que se sigue preguntando “¿Quién me ha robado el mes de abril?” y no deja de caminar por “El boulevard de los sueños rotos”. El Sabina poeta, que dedicó sus rimas a México y sus calles, el que no deja de agradecer la hospitalidad de nuestro país y recordó a los emigrantes, “ustedes han sido tan generosos, me refiero a mi General Lázaro Cárdenas” y expresó su solidaridad “por si alguna vez se deciden a ir a tirar ostias a esa infame muralla que les están construyendo los gringos, yo voy también”.
Y canto “En pie de guerra”. Siguieron los temas como “Resumiendo” y “Conductores suicidas”, así como el solo de guitarra de Pancho Varona. Sabina bromeó “estos son los músicos del Titanic, porque siguen tocando mientras yo me hundo”. y Varona cantó “Marilyn Monroe”, de Manolo García. Después salió Joaquín, ahora con frack negro y dijo “respeto mucho el dinero que pagan por ir a un concierto, entonces por lo menos debe haber una persona que cante bien”, refiriéndose a su corista y a Varona.
Después de “Calle melancolía”, que no tuvo necesidad de cantar gracias al coro de diez mil voces expresó “para esto sirven los sombreros, para quitárselo cuando hay ocasión” e hizo una reverencia. Pero la noche era joven y deparaba sorpresas. Siguieron las fallas en el sonido y Sabina irritado hacía señas a los técnicos y seguía cantando. “Pájaros de Portugal” , “Malas compañías” y una poema.
Pero fue coincidentemente en “Ruido” cuando las fallas empeoraron. Terminó la canción y Sabina aventó la guitarra sumamente enojado. Fue a la parte de atrás y les gritó a los técnicos. De pronto el silencio de la audiencia, pero en señal de apoyo y como para decir, no importa eres grande, el enorme coro de “Sabina, Sabina”. Se encendió de nuevo la luz y ese flaco cantor ofreció la disculpa “siento mucho los accidentes”.
El concierto siguió en un ambiente tenso, muchos preocupados por la salud del cantante, pero él nos regaló un popurrí de baladas y cerró con “La del pirata cojo”. El encore consistió en cinco canciones más, con la sorpresa de interpretar “Llueve sobre mojado” de Fito Páez, en un gesto reconciliatorio, con el argentino y hasta con la vida.
Sin embargo Sabina no pudo disfrutar su propio concierto, pero como todo un profesional dio todo lo que pudo y canciones que no estaban en el programa, en un concierto que deja incierto otro regreso.

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